Maduro, entonces, obligó a mover contra él a las pocas piezas que le quedaban en el Ejecutivo estadounidense, y ayer vimos cómo el Departamento de Estado, no esperó por la aprobación en el Senado de la resolución de la Cámara de Representantes que aplica sanciones a un grupo de funcionarios del gobierno del sucesor de Chávez “por violaciones de los derechos humanos”, y anunció su propia resolución y una lista que conoceremos en pocos días.
¿Cómo se operó en días –o más bien en horas- un cambio que deja al gobierno madurista sin aliento, ni capacidad de respuesta?
Bueno por jugar “a lo macho”, “a lo revolucionario” con un valor o principio que para toda sociedad democrática es sagrado.
Hablamos de la justicia que debe respetarse, aceptarse admitiendo la buena fe de jueces independientes al margen de sospechas de concusión o parcialidad y plegados a la voluntad de otros poderes.
Que puede que no existan o sean burlados en Venezuela, pero que cuando se manifiestan en países donde existe el estado derecho, o se respetan o el que las violenta se expone a duras, a inapelables sanciones.