La sonda europea Rosetta llegó este miércoles a su histórica cita con un cometa a 400 millones de kilómetros de la Tierra, al término de un viaje espacial de diez años destinado a estudiar el origen del Sistema Solar.
“Estamos en el cometa”, anunció el director de operaciones de vuelo de la ESA, Sylvain Lodiot, desencadenando una salva de aplausos en el centro espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Darmstadt (Alemania).
Rosetta se colocó a cien kilómetros del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y a partir de ahora lo acompaña en su periplo alrededor del Sol.
La sonda efectuará primero movimientos irregulares de “órbita hiperbólica” alrededor del cuerpo celeste, antes de colocarse en órbita regular a su alrededor, precisaron científicos de la ESA.
En noviembre próximo, Rosetta enviará su robot de investigación Philae a la superficie del cuerpo celeste, un hecho sin precedentes en la historia de la conquista espacial.
El viaje comenzó en marzo de 2004. La sonda sobrevoló primero varias veces Marte y la Tierra para tomar impulso utilizando la fuerza gravitacional de los planetas y así ganar velocidad. Luego entró en un período de hibernación que le permitió ahorrar energía, antes de volver a despertar.
Como todos los cometas, el Churyumov-Gerasimenko es un agregado de polvo y hielo primordial, es decir escombros restantes del proceso de formación del Sistema Solar ocurrido hace 4.600 millones de años.
“Rosetta está allá para abrir un cofre con un tesoro que contiene las claves sobre el nacimiento y la evolución del Sistema Solar, y potencialmente de la vida”, explicó en rueda de prensa Mark McCaughrean, consejero científico de la ESA.
En efecto, una de las teorías manejadas por los astrónomos, conocida como la hipótesis de panspermia, es que los cometas, al interactuar con la Tierra, ayudaron a sembrar la vida en ella, al traerle agua y moléculas orgánicas.
– El robot Philae se posará en noviembre –
Hasta ahora, las misiones de exploración de los cometas habían sino muy limitadas y apenas los habían observado desde lejos. Fue el caso de la sonda norteamericana Stardust, que trajo de regreso a casa polvo dejado por la traza de un cometa, mientras que la sonda europea Giotto se acercó a 200 km de la superficie de otro.
Pero el 11 de noviembre próximo, Rosetta se aproximará a escasos kilómetros del cometa, antes de hacer descender a su superficie el robot Philae del tamaño de una heladera y repleto de instrumentos científicos.
Una vez amarrado a la superficie, Philae realizará durante unos seis meses experimentos sobre la química y la textura del astro y Rosetta enviará sus resultados a la Tierra por señal de radio, que demoran una media hora en llegar a destino.
Cuando concluya el trabajo de su robot, Rosetta seguirá acompañando al cometa “C-G” en su periplo alrededor del Sol, mientras se aleja en dirección de la órbita de Júpiter, antes de concluir su misión.
Previamente al “aterrizaje” del robot, Rosetta orbitará alrededor del cometa e irá escaneando su superficie. Este miércoles, la sonda enamorada comenzó a enviar a la Tierra imágenes –por primera vez de alta definición– de su cometa adorado.
El mes pasado, a medida que Rosetta se aproximaba al cometa, sus cámaras revelaron que contrariamente a lo que algunos habían previsto, el cuerpo celeste no tiene la forma de una patata sino más bien la de un pato, con dos lóbulos, uno grande y otro pequeño, conectados por un “cuello”.
Esta historia de amor también puede reservar sorpresas desagradables, advierten los científicos. La sonda y su robot deberán resistir a la proyección de gas y polvo del cometa, a medida que se acerca al Sol. “Los gases van a plantearnos grandes dificultades”, explicó a la prensa el científico Frank Budnik.
AFP