Hacer flexiones tocando con la nariz la pantalla del teléfono, entrenarse para correr un maratón, calcular el número de calorías quemadas o tomarse el pulso: cada vez más, los smartphones hacen función de entrenadores, a juzgar por el éxito creciente de las aplicaciones de práctica deportiva.
Marie Giffard/AFP
“Al comienzo corría dos kilómetros, porque estaba un poco gordo. La aplicación me ha motivado, y he empezado a correr más, mejor y más rápido. Ahora corro tres veces por semana, una media de 80 kilómetros por mes”, cuenta Denis Lopez, un comercial francés de 42 años, adepto de la aplicación Nike Running desde hace tres años.
“Había intentado correr solo, pero era dificilísimo. No encontraba nada para motivarme”.
Actualmente, todas las marcas de equipamiento deportivo (Puma, Nike, New Balance, Adidas, Reebok, Asics) tienen su aplicación, de pago o gratuita. A través de ellas ofrecen GPS para registrar el trayecto, un programa de preparación de maratón, cronómetro, velocímetro, número de calorías quemadas, playlists, etc.
Runtastic, uno de los líderes del sector, dice tener más de 85 millones de descargas, “más de una por segundo”. Runkeeper presume por su lado de 34 millones de usuarios.
Las aplicaciones se adaptan a varios deportes (atletismo, natación, ciclismo, musculación), y sus programadores no dejan de tener ideas para fidelizar a la clientela, proponiendo mensajes de aliento o videos de hazañas de algunas personas, que pueden compartirse en las redes sociales.
– Clientelas distintas –
Las aplicaciones son mucho más baratas que un entrenador personal pero, ¿llegarán a hacerle sombra a la figura de éste?
Para Romain Lala-Bouali, entrenador y gerente de “JustCoaching”, las aplicaciones son útiles: “Las utilizamos con nuestros clientes, sobre todo para el footing”.
Aunque según él, estas aplicaciones no se dirigen al mismo público. “No estamos hablando del mismo presupuesto. Nuestros clientes son más bien madres de familia, deportistas, gente con un alto poder adquisitivo… nunca tendremos a estudiantes”.
La motivación, por otro lado, no es la misma. “Está claro que no hay nada que me obligue a correr”, dice Cécile, usuaria de Nike Running.
“Con la aplicación, uno abandona rápido, mientras que con nosotros, aunque uno esté cansado, no puede anular, porque tiene cita”, explica Romain Lala-Bouali.
El entrenador advierte también del riesgo que suponen las malas posturas, y que las aplicaciones no pueden corregir. “Si te duele el hombro, la aplicación no va a saber modificar su programa. Nosotros en cambio nos adaptamos a la edad y el lugar de entrenamiento” del cliente, dice Lala-Bouali.
A falta de poder hacerlo todo, las aplicaciones contraatacan con nuevas funciones. Runtastic propone así contar las flexiones tocando la pantalla con la punta de la nariz, medir la frecuencia cardíaca gracias al captor del aparato de fotos, o distraerse durante el entrenamiento con historias de entre 30 y 40 minutos, con música y sonido de ambiente, “como si uno fuera un prisionero fugado de Alcatraz o se encontrara en la selva amazónica”.
El sitio web “Running heroes” premia a los usuarios con bonos de reducción en las empresas asociadas, cada vez que corren con su aplicación.
Algunos adeptos de estas aplicaciones han encontrado nuevos usos, y organizan su recorrido de forma que al dibujarse su trayecto en el GPS resulte un personaje o una figura -dragones, corazones, o hasta un pene- que luego publican en las redes sociales.