Un individuo se baja de una moto y, sin mediar palabras, le dispara y asesina a una persona que desayunaba con unos amigos en un restaurante en El Hatillo. Luego, ante la mirada atónita de los presentes, huye velozmente con el cómplice que conduce el vehículo. Este tipo de casos, cada vez más frecuentes en el país, evidencian el crecimiento que ha tenido en los últimos años el sicariato en Venezuela.
La palabra sicario está formada a partir del latín “sica”, que era el nombre de un puñal de punta aguda y filo curvo usado en la antigua Roma. Por lo tanto, se le denominaba “sicarius” al asesino a sueldo que utilizaba este tipo de arma para dar muerte a sus víctimas. El sicariato, como modalidad delictiva, tuvo su mayor auge en Colombia, durante la guerra que en las calles de ese país libraron los carteles del narcotráfico en los años 90.
Hasta el 2005 el sicariato no estaba previsto como un delito autónomo en nuestra legislación (los casos que se presentaban eran procesados con base en los artículos del Código Penal relativos al homicidio), pero debido al aumento notable de este tipo de crimen, la Ley Contra la Delincuencia Organizada, aprobada ese año y reformada en 2012, estableció el sicariato de la siguiente forma “quien cometa un homicidio por encargo o cumpliendo órdenes de un grupo de delincuencia organizada, será penado o penada con prisión de veinticinco a treinta años. Con igual pena será castigado quien encargue el homicidio”.
El sicariato tiene una serie de características particulares. Siempre existe un autor intelectual (técnicamente denominado “determinador”), quien es la persona que realiza o promete el pago al autor material del homicidio. En muchas oportunidades también participa un intermediario que conecta al sicario con el autor intelectual. Generalmente los sicarios utilizan una moto como medio de transporte y casi siempre actúan en pareja. El victimario emplea regularmente armas de fuego automáticas y de alto poder. Las razones que motivan el sicariato son variadas y van desde el ajuste de cuentas entre grupos de delincuencia organizada, hasta conflictos pasionales.
Los casos de sicariato pueden afectar a cualquier grupo de la sociedad, pero hay sectores que se ven más perjudicados. Por ejemplo, el último informe del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, señaló que en el primer semestre de 2014 fueron asesinados 28 sindicalistas en Venezuela, “siendo el sicariato la práctica más recurrente en los homicidios de trabajadores o dirigentes sindicales”. Uno de los casos de mayor impacto de sicariato sindical, fue el cometido en contra de Yorman Márquez, mejor conocido como “Gordo Bayón”, el cual fue asesinado por un homicida a sueldo el 02/06/14, minutos después de salir de una reunión en Miraflores.
La impunidad que reina hoy en Venezuela (98%) sin duda representa un aliciente para los sicarios. Son pocos los casos de este tipo que hoy son castigados por las instituciones de justicia. Asimismo, la investigación de esta modalidad de homicidios se dificulta, entre otros aspectos, porque regularmente no existe un nexo que una al sicario con la persona asesinada.
La cantidad de individuos que están hoy dispuestos a pagar o a recibir un pago para asesinar a una persona en Venezuela, es un reflejo de la descomposición social que sufre actualmente el país. Una realidad verdaderamente preocupante.
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