El bando “rojo” atiende dos temas básicos. El primero consiste en las diferencias internas que han surgido entre sus filas luego de la desaparición física de quien garantizaba la cohesión absoluta. Independientemente del estado real en el que se encuentre la pugna de poderes dentro de chavismo, la dirección ha salido airosa en mantener sus desavenencias “bajo perfil”, en cuanto a exposición mediática se refiere. En términos generales, el Presidente Maduro se mantiene como la figura que representa el liderazgo dentro de las filas revolucionarias, y la mayoría del pueblo oficialista asegura que no existe división en el partido de Gobierno.
El segundo tema que atiende el oficialismo tiene que ver con la situación económica del país y las medidas nada populares que la actual administración debe tomar. Aquí la estrategia se basa en dos aspectos complementarios: el primero ha sido “estirar” en el tiempo, a manera de “dosis”, su implementación. En este sentido, el margen de maniobra se ha establecido a través de la creación de dispositivos tales como Sicad I y Sicad II, que permiten al gobierno administrar qué rubros van a qué tasa y en cuáles se posterga su liquidación. Esto nos ha hecho vivir meses en los cuales algunos productos suben de precio, otros no se encuentran y de repente sí, cuando desaparecen otros, para luego volver a desaparecer y reaparecer con precio nuevo; pero entonces han “aparecido” nuevamente y eso hasta “se agradece”. El segundo aspecto de la estrategia es el comunicacional. Por un lado, cada “síntoma” de la crisis se le atribuye a un actor externo al Gobierno; así el desabastecimiento y la escasez se deben a las mafias, a las compras nerviosas, a diversos saboteos y planes de desestabilización e incluso al mismo pueblo humilde que ahora consume más. Por otro lado, el impacto de cualquier aumento se atenúa con calificativos tales como “ajuste”, “sinceración”, “modificación de subsidios”, entre otros.
El efecto de la estrategia se recoge en el análisis de los números en los estudios de opinión. Cerca del 70% de la población reconoce que la situación del país es mala; sin embargo, entre los afectos al oficialismo encontramos que solo el 25% señala al Gobierno como el responsable, mientras que el 20% apunta su dedo al “pueblo” mismo, el 17% a la oposición, el 5% a los empresarios y el 7% a “todos”. A su vez, el 15% se muestra confuso y dice no saber quién es el responsable de los problemas que vive el país. Entre los que se declaran “independientes”, que representan aproximadamente la mitad de la población electoral, el 56% señala al Gobierno como responsable, mientras que el 14% apunta al “pueblo” y el 7% a “todos”. En este caso, el 14% dice no saber quién es el responsable. Sin embargo, lo más curioso es ver cómo dentro de los seguidores de partidos opositores, alrededor del 10% no señala al Gobierno, sino que apunta su dedo al “pueblo”, a “todos” o no sabe a quién señalar como responsable.
Cuando se examina la evaluación que los afectos al oficialismo hacen de la gestión de del Presidente Maduro, se encuentra que hay críticas en abundancia y de variada naturaleza. No obstante, ellos mantienen su voto de confianza hacia la figura presidencial, al menos por ahora.
A la actual administración le queda mucho por enfrentar en materia económica. El alza en los precios de la gasolina y la unificación cambiaria representan dos grandes retos. Estos pasos no se darán hasta tanto el trabajo mediático no allane el terreno de la opinión pública y se considere que su impacto no desbordará la “cota” máxima de resistencia social.
Félix L. Seijas Rodríguez
@felixseijasr