¡Organización! ¡Organización! Sí, organización es lo que nos falta a todos los venezolanos. Organización para hacer cumplir los preceptos constitucionales y repeler abusos de todo tipo. Aquí todo mundo quiere hacer lo que mejor le parece, desde el presidente de la República hasta el vecino más cercano.
¡Hay que organizarse para imponer orden! ¡Hay que organizarse para ejercer la ciudadanía! Hay que organizarse para que los vecinos se consideren y sean solidarios entre sí. Hay que organizarse para hacer que la ley sea igual para todos. Hay que organizarse para derrotar a la justicia selectiva y hacerla equitativa. Hay que organizarse para que haya políticas imparciales. Hay que organizarse contra la segregación. Hay que organizarse para orientar el discurso de la razón hacia la conciencia plena e irrefutable de que todos somos venezolanos sin discriminación, sin motes peyorativos y sin desprecios. Hay que organizase como familia, como vecino, como comunidad, para hacer valer a la natural y constitucional ciudadanía, que como preeminencia está sellada y refrendada en el Art. 21, ordinales 3 y 4 de la Constitución de 1999, que dicta: “3. Sólo se dará el trato oficial de Ciudadano o Ciudadana; salvo las fórmulas diplomáticas. 4. No se reconocerán títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.” ¡Ya es el colmo!, pareciera que aquí hay reyes y nobleza roja.
Simón Bolívar, en el Discurso de Angostura, instalado el 15 de febrero de 1819, reconoce a la ciudadanía como lo más trascendente que ser alguno pueda llevar y para ello nos dice: “Yo someto la historia de mi mando a vuestra imparcial decisión; nada añadiré para excusarla; ya he dicho cuanto puede hacer mi apología. Si merezco vuestra aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano, preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que me dio Cundinamarca, y a los que el mundo entero puede dar.” El filósofo español Fernando Savater, nos recuerda en su Teleconferencia dictada en la Universidad Central de Venezuela el 2 de diciembre de 2005, que: “La ciudadanía es la forma plenamente humana de participar en la colectividad, en grupo. Todos tenemos ya derecho a ser ciudadanos, no vasallos, no súbditos no simplemente horda que obedece a algún caudillo o a algún profeta, sino a ciudadanos”.
Por ello, no podemos andar por allí sin ejercer la ciudadanía. Nadie podrá imponernos sus abusos ni prohibir nuestras protestas si hacemos sentir nuestra ciudadanía. Pareciera ser, que para esta revolución, es más valido el silencio que el ejercer nuestra soberanía. Peor aún, para la gendarmería roja que gobierna, pareciera que solo somos buenos mientras no exigimos nuestros derechos y relegamos nuestra condición de ciudadanos. En consecuencia, hay que organizar y planificar, aplicar y poner en ejercicio lo organizado y planificado; además, mantener la observancia de los avances, bajo la más estricta y permanente evaluación y control para alcanzar los objetivos y triunfar.
Lo reiteramos, aquí el presidente de la República impone su ley, hace del Estado su pertenencia y echa a la Constitución a un lado, para entregar su gobierno a la tutela de imperiapillos. Aquí hay quien te atraca, te asalta, te viola, te secuestra o te asesina y nadie se organiza para impedirlo. Aquí hay quien tala, quema, construye edificios y urbanizaciones en zonas que son los pulmones de las ciudades y no hay autoridad que lo impida. Aquí hay quien se apropia de la acera para construir a sus anchas la jardinera, ampliar el garaje, colocar su tarantín y no hay quien imponga orden. Aquí hay quien organiza, diariamente, fiestas con música a todo volumen hasta el amanecer, se hace temer con su propia ley y no hay quien le ponga reparo. Aquí hay Servidores Públicos maltratando, matraqueando, faltando a sus deberes y nadie escucha tus reclamos. Aquí te apresan y atentan contra tu libertad de pensamiento y de conciencia; además, desmoronan tu solidaridad, porque te amenazan y temes que violen más tus derechos constitucionales. Aquí hay choferes del Transporte Urbano y Extraurbano atropellando a usuarios e incumpliendo con su condición de servidores públicos; pero nadie les toca el pito. Aquí hay autoridades civiles y militares que hacen y estimulan el contrabando de extracción, protegen a grandes contrabandistas, se enriquecen ilícitamente y no hay quien los someta a la ley. Aquí hay una desmedida inflación que se hace cada día más insoportable ante la grosera y brutal especulación. Aquí la medicina y atención hospitalaria cayó de nivel a causa de la corrupción y la mala política económica. En la gerencia de PDVSA descubren guisos y quesos imposibles de creer. ¡Insólito!, nuestro actual canciller, se fue de la empresa petrolera, debiéndole, al tan ya desmantelado Banco Central de Venezuela, una suma que sobrepasa Bs. 575 mil millones. (Reporte de la Economía 18-9-14) Las Industrias Básicas de Guayana se derrumban sin un acertado plan para salvarlas. Aquí, las misiones, los operativos, los planes del gobierno parecieran morir al nacer, son pañitos de agua caliente. Aquí las clases menos desfavorecidas y la clase media, ni trabajando 24 horas diarias, pueden comprar vivienda. Aquí, si alguien intenta exigir sus derechos es desconocido, acusado de traidor, de apátrida y puede perder la libertad o la vida. Aquí se coloca a las ideas subalternas y al partido político por encima de la integridad del país. Todo se debe a que no ejercemos nuestra ciudadanía y no estamos organizados. Este es un gobierno que solo sirve para quienes ostentan el poder y están en los más altos cargos. Organizarse, no es tomar la ley por su propia mano. Al contrario, es la manera de exigir al gobierno Nacional, a las instituciones y al común de los ciudadanos a cumplir con la Constitución, leyes y ordenanzas. Sólo la organización eficiente y civilizada de ciudadanos, hará a una Venezuela más vivible. ¡Organicémonos! ¡Organicémonos!
Víctor Vielma Molina/Educador/victormvielmam@gmail.com