Numerosos conflictos internacionales agitan el debate anual de líderes mundiales en la Asamblea general de la ONU, que certificará que se multiplican los riesgos para la estabilidad internacional.
Los discursos de más de un centenar de jefes de Estado y de gobierno y ministros de 193 países se sucederán en la tribuna de la ONU desde este miércoles, en un contexto de crisis política o económica en prácticamente todos los rincones del planeta.
La amenaza del yihadismo radical en Irak y Siria, la alerta por la expansión del ébola en África occidental, las negociaciones nucleares con Irán, la crisis de Ucrania o el frágil cese el fuego en Gaza son algunos de los temas más candentes.
Y también preocupa el estancamiento de la economía mundial que añade incertidumbre, así como otros muchos conflictos nacionales con proyección internacional que saldrán a la palestra.
Los países emergentes, entre ellos los latinoamericanos, insistirán en la reforma de la ONU y en concreto, de su Consejo de Seguridad, para repartir mejor la cuota de poder, todavía en manos de cinco potencias desde el final de la II Guerra Mundial: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, apuntó en la víspera de los debates en la Asamblea General que el mundo está enfrentando múltiples crisis y que la respuesta a esos conflictos ha generado agudas divisiones entre la comunidad internacional.
Por eso, avanzó que pedirá a los líderes mundiales respeto a los principios de la Carta de la ONU.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, inaugurará mañana los debates, ya que por tradición es su país es el primero en intervenir, seguida por los presidentes de Estados Unidos, como país anfitrión, y de Uganda que preside este año la Asamblea.
El rey de España, Felipe VI, será el cuarto orador en lo que será su primera intervención en la Asamblea General, donde hablará de política exterior y defenderá la candidatura de su país para ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU para el período 2015-16, en competencia con Turquía y Nueva Zelanda.
Este miércoles intervendrán además, entre otros, los jefes de Estado de Chile, Francia, México, Argentina, Turquía, Bolivia, República Dominicana, Costa Rica, Honduras, Venezuela y Reino Unido.
No acudirán a la ONU los presidentes de Rusia, China, India ni la canciller alemana.
El presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abás, hablará en la ONU el próximo viernes para pedir respaldo a su iniciativa de poner una fecha fija para la evacuación israelí de Cisjordania y Jerusalén este, en un plazo no superior a tres años.
La respuesta por parte de Israel puede darla en la misma tribuna el próximo lunes el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
En paralelo a los discursos en el plenario de la ONU que se prolongarán hasta el martes de la próxima semana, se han convocado muchas reuniones para tratar temas específicos y habrá centenares de encuentros bilaterales entre los mandatarios.
El secretario general de la ONU citó a los líderes mundiales para “movilizar una respuesta excepcional para detener el avance del virus del ébola, tratar a los afectados y prevenir brotes en otros países”, explicó su portavoz, Stépahne Dujarric.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, cuyo país preside en la actualidad el Consejo de Seguridad, ha convocado una reunión del máximo órgano decisorio de la ONU en el interés de ampliar la respuesta internacional para combatir la amenaza de yihadistas extranjeros en Irak y Siria.
Los ministros de Exteriores de la UE se reúnen hoy al margen de la Cumbre del Clima, mientras que los cancilleres iberoamericanos también tendrán un desayuno de trabajo el jueves para preparar la Cumbre de Veracruz (México) de diciembre.
Frente al edificio de la ONU en el centro de Manhattan se esperan durante toda la semana protestas de diferente signo contra algunos líderes participantes, pero que ellos no podrán ver ni oír por las enormes medidas de seguridad que rodean la sede del organismo internacional, protegido por vallas metálicas en calles adyacentes y centenares de policías. EFE