Los obispos católicos del mundo mostraron el lunes una llamativa disposición a aceptar la realidad de muchos católicos contemporáneos, diciendo que había aspectos “positivos” en la convivencia entre parejas no casadas, que los divorciados y homosexuales debían ser bien recibidos y que las decisiones de las parejas sobre control de natalidad debían respetarse.
Las dos semanas de reuniones de obispos sobre asuntos de familia marcó el lunes el punto medio de sus dos semanas previstas con un documento que resumía los debates celebrados hasta ahora a puerta cerrada. Aunque no se anunciaron decisiones, el tono era de aceptación, más que de condena, dirigido a guiar a los católicos hacia el ideal de matrimonio.
Los obispos pidieron nuevas formas “valientes” de atender a las familias, especialmente a las “dañadas” por el divorcio. A diferencia del último sínodo familiar en 1980, que lamentó el auge de anulaciones en Estados Unidos, los obispos pedían ahora una agilización de los procesos de anulaciones en todo el mundo. AP