Anemia económica por @jair_defreitas

Anemia económica por @jair_defreitas

thumbnailjairdefreitasUna economía robusta y vigorosa exhibe con orgullo un nutrido elenco de empresas íconos del éxito local, nacional e incluso transnacional. El crecimiento pujante tiene como ingrediente principal la participación del capital privado, lo que se promueve con signos claros de seguridad jurídica, respeto a la libertades públicas, incentivos y sobretodo estabilidad. La transparencia de los indicadores macroeconómicos, la autonomía del Banco Central que corresponda y el comportamiento solvente de ese Estado, son factores que retroalimentan un sistema en el que el crecimiento marca la pauta, fomenta la creación de empleos y se traduce en bienestar para los habitantes de ese país ¿podemos decir que todo esto está ocurriendo en Venezuela?

Días atrás se publicó el Informe Anual de Libertad Económica en el Mundo (2014) llevado a cabo por el Fraser Institute de Canadá según el cual, nuestro país ocupa el puesto 152, es decir, el nivel más bajo del mundo entero en materia de libertad económica. Entre los parámetros tomados en cuenta en dicho estudio, destacan el gasto público, la estructura jurídica, el nivel de garantía del derecho a la propiedad privada, el grado de independencia judicial, restricciones para la ejecución de transacciones comerciales y bancarias entre muchos otros. Hablemos con franqueza: nuestra economía está estancada y ello fundamentalmente se asocia a las fuertes restricciones que por razones de control ha implementado el régimen. Salvo las muy pocas empresas conectadas a jugosos contratos en el sector público, la iniciativa privada sobrevive bajo la mirada envidiosa del ojo político.

¿Tenemos o no un sistema como el cubano? La respuesta es obvia tanto para el letrado como para el ciudadano común, sin embargo algunas pistas nunca están de más: contamos un control de precios de productos que no aparecen, aun así el salario mínimo no alcanza para cubrir la canasta alimentaria normativa fijada por el propio Instituto Nacional de Estadística, se restringe la cantidad máxima de compra de productos por persona (pañales, jabón, desodorantes, leche, entre muchos otros) en períodos diarios, semanales quincenales y próximamente mensuales (anote eso); y nuestro marco jurídico establece que ante un cierre empresarial el Estado puede intervenir el centro de trabajo, mejor dicho “tomarlo” para usar la jerga revolucionaria. La verdad es que la gente ya no compra lo que quiere, sino lo que puede según consigue y le permiten.





Mientras la inflación de Venezuela amenaza con cruzar el 70% para finales de 2014 y ser de nuevo la más elevada de América Latina, el presidente obrero sostiene el salario mínimo que su gabinete económico se encargó de pulverizar. Y como lo dije antes y lo sostengo: El Ejecutivo Nacional viola los artículos 98 y 111 de la LOTTT haciendo más pobres a los trabajadores del país, pues en dichas normas se ordena que el salario debe ser suficiente para que el trabajador pueda vivir dignamente, cubriendo sus necesidades materiales, sociales e intelectuales, así como también las de su núcleo familiar. De nuevo la pregunta: ¿eso se logra con Bs. 4.251,40 mensuales a los que hay que quitarle las deducciones de vivienda y hábitat, las cotizaciones al régimen prestacional de empleo y del seguro social obligatorio?

El diccionario de la Real Academia Española define como Anemia el empobrecimiento de la sangre como consecuencia de la disminución de su cantidad total, lo cual puede deberse a hemorragias así como también por enfermedades que disminuyen la cantidad de hemoglobina o el número de glóbulos rojos. Son síntomas de la anemia la palidez, el cansancio, fatiga muscular, dolores de cabeza y la sensación subjetiva de falta de aire. Al igual que el cuerpo humano, la economía es un sistema cuya salud depende de todos los componentes señalados al inicio del presente artículo. La combinación entre hemorragias internas financieras y la pérdida de glóbulos rojos por esa mala mezcla de políticas económicas que de hace bastante inhiben la inversión, muestran hoy el cansancio y fatiga empresarial, intensos dolores de cabeza y por supuesto una percepción cada vez más notoria de asfixia por combinación de escasez de divisas y controles de precios. No hay duda: tenemos anemia económica.