Lo primero que debemos considerar aquí antes de entrar a discutir el fondo del problema es el rol que juegan la sociedad civil y los partidos en este complejo marco situacional que hace que la opinión pública se confunda cuando ambas capas de la sociedad tienen un mismo objetivo pero aparentemente con diferente fin.
Eduardo Colmenares Finol, en su ensayo “La Sociedad Civil y el Liderazgo Político Moderno” hace una composición de lugar del rol de ambos en la sociedad: “El principal objetivo de un partido político moderno debe ser lograr un nivel de sintonía o un vinculo adecuado con la sociedad civil, con el fin de interpretar el concepto de bienestar que esa sociedad desea y de esta manera ayudarla en su proceso de maduración, en especial, en su etapa inicial de despegue desde la inmadurez política. En otras palabras, la definición moderna de los partidos políticos sería “instituciones éticas” que sirven en la intermediación entre la sociedad civil y el estado, hasta lograr un nivel de conducta política de modo que sea la propia sociedad civil la que determine el liderazgo que la conduzca a su bienestar.” (1) (Subrayado nuestro)
En otras palabras, los partidos y su liderazgo no les queda otra que ser intérpretes cabales de la sociedad civil, siendo ésta la que al final determinará cuál es el liderazgo correcto de esos partidos que la conducirá a mejores estadios de bienestar. Lamentablemente eso no es lo que sucede en Venezuela. Los partidos se han convertido en imponedores de los lineamientos que al final se concretan en realidades que definen el destino del país.
Colmenares Finol incluye un ejemplo de esa afirmación cuando los partidos desvían su objetivo principal: Los partidos “también se pervierten cuando su principal objetivo es obtener el poder del estado, desvinculado de la sociedad, fragmentando de esta forma, las bases morales de la política en sí. En este caso los partidos, a través de sus lideres electos democráticamente, rompen el equilibrio que debe existir entre la sociedad civil, el proyecto político y los líderes”. Y más allá señala una consecuencia que ya hemos escuchado muchas veces: “este tipo de partidos considera a la sociedad civil organizada como una amenaza en lugar de un aliado, carecen de sensibilidad o no saben cómo percibir su presencia…”
James Madison (1751-1836), considerado el Padre de la Constitución norteamericana, indicaba en el Federalista No 10 que las causas del espíritu de facción (que en el fondo no es otra cosa que la obtención del poder por los partidos en una democracia) “no pueden suprimirse y que el mal solo puede evitarse teniendo a raya sus efectos” (ver El Federalista en http://goo.gl/LsgP8x). Y la manera de contener esos efectos- que no es otra cosa que el abuso del poder-, es desarrollar una sociedad civil fuerte e independiente. ¿Y quien debe desarrollar esa sociedad civil fuerte e independiente? Aparentemente en Venezuela nos la tenemos que agenciar nosotros mismos, peleando por espacios que lamentablemente los partidos políticos están lejos de entender que deben darle a los ciudadanos.
Habiendo establecido esto, debemos indicar una vez más que no somos una amenaza para ningún partido político. La sociedad civil es la que debe inspirar el orden de prioridad de los partidos. La cosa es al revés, no son ellos los que imponen adonde va la sociedad, son ellos los que deben ser los intérpretes de nuestra voluntad. Somos nosotros los que indicamos que es lo que queremos y ellos establecer las estrategias para hacer realidad nuestros reclamos y solicitudes, porque si no, tal como lo indica Colmenares Finol en su obra, están incurriendo en una desviación.
El Proyecto País Venezuela es un producto de la sociedad civil venezolana. Su objetivo principal es la transformación del Estado a través de una discusión que solo puede darse a través de una Asamblea Nacional Constituyente. No es el objetivo principal del Proyecto, aunque esto resulte como una consecuencia del proceso, el cambio de los poderes públicos que en la actualidad están secuestrados en Venezuela por los representantes de un país comunista.
El objetivo principal del Proyecto es asignarle a los Estados de toda Venezuela competencias constitucionales y legislativas, amplias e integrales en materia política, judicial, electoral, tributaria, administrativa y educativa, con el fin de hacer llegar el poder a los ciudadanos y sean estos los protagonistas de su propio desarrollo, estableciendo una verdadera Constitución Federal para la República de Venezuela. A esto lo hemos llamado La Rebelión de las Regiones.
La diferencia de hacer esto de esta forma y no de la otra manera planteada, es que se evitaría volver al modelo de país de poder centralizado y desbalanceado que hizo crisis en 1998, originando todo este desastre que amenaza con llevarnos aceleradamente al comunismo. La idea es volver la cara hacia un nuevo modelo de desarrollo, quitándonos a la vez el yugo de una tiranía. Es darle una esperanza al país de que si puede haber crecimiento económico, y desarrollo social y político cuando se le dan a las fuerzas sociales en todo el país el poder económico y político para desarrollarse. ES UNA ALTERNATIVA que plantearle al país frente a un Plan de la Patria comunista, no una simple promesa que los partidos lo harán mejor después de salir de esto, solamente porque ellos lo dicen.
Todos al final buscamos lo mismo, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Si ponemos la carreta detrás de los caballos, como debe ser, de manera natural, comprendiendo el rol de cada uno, nos aseguraremos que ambos, sociedad civil y partidos políticos, llegaremos más rápido a ese objetivo. Es por eso que Venezuela nos necesita a todos…