Lloran, se abrazan, se aprietan las manos, muerden sus labios e intentan contener las lágrimas, sin lograrlo. Los González Mundo no encuentran consuelo desde las 11.00 de la mañana de ayer, cuando un médico en la emergencia pediátrica del Hospital Adolfo Pons les confimó que Jesús David, de un año, había muerto. laverdad.com / Jéssika Ferrer Palma
Un descuido acabó con la vida de la “alegría de la casa”. Su abuela materna, Bianca, lo cuidaba; no vio cuando el niño empezó a jugar con la cocina, esta se tambaleó y le robó el aliento para siempre. Según el resultado de la necropsia, murió de asfixia mecánica.
El artefacto “le cayó en el pecho, presionó la tráquea, sobrecargó su corazón y lo mató”, detalló un tío paterno. No hubo llanto, “el golpe lo dejó sin aire, nadie llegó a tiempo y se ahogó” en el piso de la cocina de su abuela materna, en el sector Santa Rosa de Agua.
La mujer pidió ayuda y lo llevó lo más rápido que pudo al centro asistencial. No había nada que hacer, al parecer había transcurrido muchos minutos antes de que alguien lo auxiliara. “Murió solo y en silencio”, lamentó un amigo de la familia.
A su abuelo paterno, Jesús González, se le subió la tensión en la emergencia. La presión le provocó una hemorragia por la nariz. Se negó a que lo dejaran en el hospital, su pequeñín estaba muerto y después de eso no había nada peor.
Al menos 30 parientes se acercaron a la morgue forense. Todos coincidían en que el bebé les robó el corazón desde que nació. Lo describieron como un niño alegre y ocurrente. Vivía con su madre y su abuela desde que sus padres se separaron, pero tuvo lazos afectivos con todos sus tíos, primos y abuelos.
“No puedo describir lo que siento. Un vacío, un dolor, se llevaron parte de mi vida”, comentó su abuela parterna, Joselín Bracho, quien además aclaró que era el primer accidente donde muere uno de su clan.