Lejos de la zona caliente del brote de ébola, las máquinas de coser y pegar de una fábrica en China han estado trabajando más de lo normal para producir los trajes amarillos que protegen a los médicos que combaten la enfermedad en primera línea a más de 11.000 kilómetros (7.000 millas) de distancia en África occidental.
En la fábrica Weifang Lakeland Safety Products en la ciudad de Anqui, en la provincia oriental de Shandong, 100 trabajadores montan los ahora familiares trajes de plástico a razón de unos 6.000 al día. La empresa espera doblar su capacidad para enero.
Cada uno se monta cuidadosamente por personas y máquinas para que quede completamente sellado, porque cualquier agujero podría exponer al usuario a la enfermedad letal. Cada costura, además de con hilo, está reforzada con una franja de pegamento.
“El diseño de doble cremallera permite abrir el traje desde abajo cuando necesitas sacar algo del interior”, dijo el director general de la fábrica, Wang Ximin, a un visitante. “Ponemos una franja adhesiva a lo largo de la solapa delantera para sellar mejor el frontal y asegurarnos de que los elementos contaminantes no pueden entrar”.
“Puedes estirar las piernas y agacharte fácilmente con el traje puesto. Es muy cómodo, muy cómodo”, añadió.
Los trajes de protección ChemMAX y MicroMAX, hechos de polietileno y polipropileno, están producidos por Lakeland Industries, con sede en Estados Unidos, el principal proveedor de trajes en este brote de ébola.
Wang dijo que la producción actual está entre un 30 y un 40% por encima de la registrada en el mismo periodo del año pasada, y que la producción volverá a doblarse de nuevo en enero. La demanda se ha elevado, no solo por su uso en África, sino también en instalaciones médicas en Estados Unidos y Europa.
“Estamos muy orgullosos de los que los trajes que fabricamos puedan ser utilizados por quienes están luchando contra el ébola”, dijo.
Cerca de 5.000 personas han fallecido a causa de la enfermedad, de la que hay 13.676 casos confirmados, posibles o sospechosos en los tres países más afectados: Guinea, Liberia y Sierra Leona. AP