El oficialismo no tiene ideas para salir de la crisis. En realidad nunca tuvieron ideas para gobernar a este país, si por “gobernar” entendemos la búsqueda del bien común, y por eso precisamente fue que nuestro país cayo en la crisis atroz en que actualmente se encuentra, con escasez de medicinas, alimentos y paciencia, con abundancia de violencia, corrupción e impunidad, pese a que el régimen dispuso en los últimos 15 años de la más alta cantidad de dinero, popularidad y control institucional que gobierno alguno haya disfrutado en los últimos 200 años.
Tuvieron, si, consignas. Tuvieron la habilidad para conectar esas consignas con profundos pozos de resentimiento social que encontraron en el alma nacional. Tuvieron la falta de escrúpulos necesaria para utilizar ese resentimiento como sustituto de su inexistente plan político, para así llegar al poder por la vía electoral cabalgando sobre el rojo caballo del odio. Y llegaron al poder de esa manera, con esa orfandad doctrinaria, recitando necedades como las de “El Oráculo del Guerrero” y reverenciando las obviedades fascistoides de Norberto Ceresole. Así fue como cayeron en manos de los Castro, cuyo único “proyecto” es la sobrevivencia de su casi sexagenaria tiranía. En vez de una propuesta para construir la Venezuela del Siglo XXI el oficialismo sólo atinó a encarnar en nuestro tiempo la pulsión militarista del Siglo XIX, de manejar a Venezuela como un botín de guerra, como una hacienda particular, como un potrero, salpicada con nostalgias ajenas que tomaron prestadas de la iconografía castro-guevarista que causó lamentable furor en la sexta década del Siglo XX. Pero, en materia de ideas, poco más.
En cambio, el pueblo demócrata si ha ideado, diseñado y presentado al país varios conjuntos de ideas articuladas, útiles para definir como será un país regido por los principios y valores que congregan a quienes luchamos por un cambio. En los Programas de Gobierno presentados por Henrique Salas en 1998, por Manuel Rosales en 2006, por Henrique Capriles en 2012 y 2013, así como en numerosos documentos y declaraciones emitidos por la Mesa de la Unidad Democrática, es posible constatar no sólo la existencia de un proyecto de país alternativo al actual Desastre Rojo, sino además es posible advertir como ese proyecto ha ido madurando, creciendo, enhebrándose, tejiéndose y retejiéndose, para expresar cada vez con mayor nitidez y eficacia los anhelos de esta Venezuela que conoció la democracia política en los 40 años de la República Civil y que ahora se apresta a construir una nueva experiencia democrática, en la que los mecanismos de la política, los resortes de la economía y las instituciones de lo social estén siempre llenas de pueblo, de gente, de ciudadanía en permanente ejercicio de soberanía, pues esa y no otra es la única garantía eficiente contra los desvaríos de la demagogia y el autoritarismo.
Lo agudo y grave de la crisis actual nos obliga sin embargo a que ese progresivo proceso de optimización del proyecto de cambio democrático cristalice hoy no en un “programa de gobierno”, no en un “recetario” exhaustivo, sino en una oferta política clara, en un conjunto de pinceladas que dibujen con eficacia, ante la inteligencia y el corazón de los venezolanos, como será la Venezuela Tricolor que sustituirá al actual Desastre Rojo. Como contribución a esa elaboración colectiva, en la que trabajan centenares de equipos técnicos y profesionales de los partidos que integran la Mesa de Unidad Democrática y calificados grupos de trabajo independientes cercanos a la Alianza, adelantamos los siguientes criterios:
1) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO PROPIETARIO
Cada quién será dueño de lo suyo, de lo que haya logrado y construido con su trabajo honesto, con su dedicación y esfuerzo, con su compromiso y dedicación. Quien viva en una humilde casa en un barrio será dueño de la tierra en que la misma este levantada. Quien resida en una vivienda construida por el Estado será propietario y no “adjudicatario” de la misma. Quien trabaje en un puesto en un mercado será dueño de su negocio, y no “concesionario” del gobierno. Si esos y otros emprendimientos prosperan y llegan a convertirse en grandes empresas seguirán teniendo las mismas garantías, pues el derecho a la libre empresa es, como la libertad de trabajo, un derecho humano fundamental y una garantía constitucional.
2) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO SOLIDARIO
Nadie podrá discriminar a nadie, por no tener dinero o por tenerlo, por el color de su piel o por el nombre de su dios, por ser oficialista o por ser opositor. La pertenencia a la burocracia oficial tampoco será pretexto para la discriminación socioeconómica. Se acabará para siempre el Desastre Rojo en que los ciudadanos andan por las calles con dificultades extremas para encontrar medicinas, alimentos y hasta sin desodorante, mientras que los jerarcas van a hospitales del exterior en aviones de PDVSA con sus esposas, suegras y niñeras. En la Venezuela Tricolor “inclusión” y “solidaridad” dejaran de ser consignas cínicas y pasarán a ser realidades cotidianas.
3) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO PRÓSPERO Y EL ESTADO AUSTERO
Todos podrán llegar a ser lo que quieran ser. Progresivas medidas sociales, económicas y hasta constitucionales promoverán que el dinero del petróleo no siga siendo malbaratado en gasto corriente, en negocios de unos pocos o en la inútil promoción de la quincalla política de una cúpula, sino que será usado íntegramente para que todos tengamos un servicio de salud excelente, una educación de alta calidad (orientada a formar ciudadanos creativos, productivos y críticos, no a adoctrinar “cuadros” dóciles a un credo político), una vivienda propia y confortable y pensiones de monto suficiente para una vejez tranquila y segura. El Estado vivirá de su legítima y razonable participación en la riqueza generada por los ciudadanos, y los ciudadanos viviremos del ingreso estable que proporcionarán empleos de calidad creados por empresas privadas que producirán riqueza y bienestar en áreas como el turismo, agroindustria, industria, comercio y servicios, ciencia y tecnología. En esa Venezuela Tricolor solidaria e inclusiva nadie podrá ser pobre, pero una economía abierta y productiva brindara oportunidades para que todo el que quiera ser rico pueda serlo, tanto como su inteligencia y su trabajo se lo permitan.
4) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO SEGURO
Los únicos que se sentirán inseguros serán los delincuentes, los violentos, los criminales. Policías profesionales y competentes los atraparán; fiscales eficientes e independientes los acusarán; tribunales autónomos los juzgarán, y un sistema penitenciario decente administrará castigo y oportunidades de rehabilitación. En la Venezuela Tricolor las personas tendrán seguridad ciudadana para vivir y disfrutar, y la empresas (nacionales y extranjeras) tendrán seguridad jurídica para trabajar y producir.
5) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO UNIDO EN SU DIVERSIDAD
Los venezolanos dejaremos de estar enfrentados en “bandos” y volveremos a ser un NOSOTROS, diverso pero armonioso: Al contar con seguridad social eficiente que aleje el peligro de la pobreza, con la seguridad económica que acerque el objetivo de la prosperidad, y con una seguridad pública respetuosa del ciudadano y firme frente al delincuente, volveremos a vivir en vez de sobrevivir, volveremos a disfrutar nuestras ciudades en vez de padecerlas, volveremos a tener nuestras familias unidas en vez de tenerlas separadas por la muerte o el exilio. No se acabarán las diferencias, obviamente. Pero cada quién podrá expresar sus opiniones y preferencias sin riesgo de ser perseguido, preso, torturado, asesinado o expuesto al escarnio público sólo por pensar distinto a quien circunstancialmente ejerza el poder.
Y todo esto estará garantizado no por la voluntad displicente de un caudillo, sino por una democracia participativa de verdad, por unas instituciones eficientes y con pueblo, por unas fuerzas armadas al servicio de la Nación y no de un partido o una ideología, por un Estado al servicio de la ciudadanía y por una ciudadanía educada, organizada y movilizada, todo ello en el marco del pacto de convivencia que es la Constitución Nacional.
Construir una Venezuela Tricolor como la aquí descrita es plenamente posible. Los venezolanos tenemos perfecto derecho a vivir en un país del Primer Mundo. Y la ruta hacia ese objetivo no es Maiquetía, sino LA UNIDAD: Unidad de sueño y compromiso, unidad de preocupación y ocupación, unidad de reflexión y lucha, UNIDAD DE VOTO Y CALLE. Y, por encima de todo, unidad de quienes siempre hemos adversado al Proyecto Totalitario con los compatriotas hermanos nuestros que en los últimos dos años han descubierto que ese proyecto es una oferta engañosa, una estafa. Venzamos a los estafadores, construyamos la viabilidad para este sueño plural, avancemos desde los escombros del Desastre Rojo hacia la libertad, la igualdad y el progreso de la Venezuela Tricolor. Y hagámoslo JUNTOS porque, como dice nuestro entrañable Gloria al Bravo Pueblo, “¡La Fuerza Es La Unión!”