Temporada tradicional de esperanza e ilusiones futuristas, ahora está sensiblemente afectada por la altísima inflación, el pago de utilidades y aguinaldos no ha despertado el entusiasmo de otros años, el sentido común no posibilita generar mayores perspectivas. No habrá repetición del Dakazo, los problemas de escasez continuaran agudizándose y las navidades felices solo estarán presentes en el discurso oficial.
Ese duro diagnóstico es el que ha posibilitado el crecimiento sostenido del descontento con la gestión del gobierno que abarca todas las esferas sociales y coloca en primer plano la necesidad del cambio. Cuando se aferran a viejos dogmas y adoptan meras medidas de controles siempre fracasadas, en nombre de una supuesta revolución, les impide tomar un rumbo distinto.
El mensaje de las fuerzas democráticas tiene un fuerte asidero en la actualidad, las circunstancias posibilitan ganar la confianza de una amplia mayoría los venezolanos para la comprensión de la necesidad y factibilidad del cambio político. Las fuerzas opositoras con su comportamiento deben contribuir,pese a las dificultades del presente, a combatir el desaliento y al rescate de la esperanza. Para triunfar la lucha social y política se requiere de aliento transformador y trascendente, para ese propósito resulta inútil y contraproducente la diatriba menuda que a veces ocupa los espacios opositores.
Aun con el rechazo creciente a las ejecutorias del gobierno, el no puede ser subestimado considerando que aun con las actuales limitaciones, ya agotó su capacidad de maniobra. Existen múltiples signos de su actuación para estimular y aprovechar las divergencia en el campo opositor. Es obvio que no abogamos por la unanimidad o la ausencia de discusión y divergencias, nuestra característica plural lo niega, pero el procesamiento de las diferencias y su debate debe partir de los propósitos fundamentales que nos unen, de nuestra condición de aliados, diferencia notable con la polémica existente en el territorio adversario.
En alguna medida la alianza unitaria tiene que expresar rasgos del país que aspira, prefigurar la sociedad que desea construir y elevarse por encima de la pequeñez y la mezquindad. Las confluencias que han triunfado, pasaron por superar esos escollos para estar a la altura que las exigencias del cambio reclaman. Otras etapas de nuestra historia pueden servir de ejemplo.