Estamos por culminar el Adviento, el tiempo preparatorio para celebrar dignamente la Navidad, en torno al acontecimiento sin par de la humanidad como es la encarnación del Hijo de Dios. Los creyentes aprovechamos esta época para nutrirnos espiritualmente y renovar nuestra vocación de servicio al bien común, ejerciendo la solidaridad activa con los que menos tienen.
Los venezolanos no hemos tenido tregua este año, la vida se nos ha hecho dura todos los días y en todos los órdenes y circunstancias. El reto es ponernos de acuerdo y actuar al unísono para rescatar la patria de la barbarie. Cuando el país experimenta enormes dificultades, no hay otra conducta que la de actuar unidos alrededor de la alternativa de cambio democrático.
El momento histórico demanda que desterremos intereses personales y grupales, se acerca la hora del despertar del pueblo sufrido que dirá ya basta, y actuará con la fuerza indetenible y poderosa del ejercicio de la soberanía popular, procediendo a frenar la marcha suicida al colapso total y dar el giro hacia un rumbo cierto que rescate la república y evite su disolución. Rechazamos la conducta de algunos líderes, equilibristas de la cuerda floja, que medran en la sombra siempre chapoteando entre ruindades, negociados y mezquindades. La fuerza de la oposición juntada a la del pueblo descontento resulta imprescindible para detener la caída libre que llevamos desde hace rato en el abismo.
Nuestra solidaridad con los venezolanos que padecen la violencia enseñoreada contra la vida misma, violencia que a su vez se multiplica en robos, secuestros, desempleo, subempleo, pésimos servicios públicos, escasez de medicinas y productos básicos, alto costo de la vida y bajísima calidad de vida.
Trabajemos unidos por la instauración de la república liberal democrática para que se ocupe preferentemente de la juventud abandonada a su suerte entre 18 y 25 años, que hoy carece de futuro, y cuando no muere a diario en las calles, colma las cárceles sin recibir la atención de programas que se enfoquen en su resocialización.
La unidad democrática, sus dirigentes de carne hueso, deben empeñarse a fondo en explicarle al pueblo que no merecen sufrir lo que están padeciendo en términos de violencia y pésima calidad de vida y que su situación de penuria es consecuencia de un régimen que malbarató la mejor oportunidad histórica que se nos haya presentado.
Julio César Arreaza B
@JulioCArreaza