Por ahora el pueblo cubano, incluido el exilio, debe beneficiarse por la normalización de las relaciones diplomáticas, pero sobre la base de la verdad. El “embargo” no es responsable del fracaso de la revolución comunista. Se hunde un sistema que empobreció hasta límites inconcebibles a la nación. Se mantiene sobre la base del temor, de la violencia y la represión. El gobierno castrista tendrá ahora el reto de, sin renunciar a sus relativizados “principios”, iniciar una apertura hacia la libertad y la vida en democracia. Estados Unidos no pierde nada con esta negociación. Cuba dejó de ser una amenaza hace muchos años, aunque mantenga control sobre una Venezuela en quiebra y desolación que ya no le sirve como financista fundamental. Desaparecida la Unión Soviética y devaluada Venezuela como soporte, pragmáticamente busca a Estados Unidos y Canadá, por una parte y por la otra a la Unión Europea. Tienen derecho a hacerlo. Esperamos saber cuales compromisos asume la dictadura para garantizar la sobrevivencia.
Pero rechazo las palabras de Obama cuando habla de corregir los “errores” de más de cincuenta años. Grave desvarío. Desconoce la historia contemporánea y las ejecutorias de antecesores como Kennedy y Johnson. Olvida la crisis de los misiles, las bases soviéticas, las aventuras guerrilleras y terroristas de Cuba en África, Venezuela, Colombia y Bolivia para sólo mencionar algunas. Eso se acabó. Queda el debilitado eje La Habana-Caracas. Se tambalea gracias a la corrupta ineficiencia del régimen venezolano. Pobre Maduro.