A Ana Catia y a su hermana se les ocurrió hace poco más de un año una idea muy original: alquilar juguetes en vez de venderlos. En mayo lo convirtieron en una empresa que tiene como bandera el consumo responsable y el valor de compartir.
“Alugar para brincar” (Alquilar para jugar) es el nombre de este negocio. Ofrecen juguetes para niños de hasta seis años y la tarifa por mes es el equivalente al 20 % del valor del producto escogido en el mercado.
Aitor Álvarez García/EFE
Entre las opciones destaca una cocina de juguete, que cuesta 25 euros al mes; un caballo de madera, 19 euros; un tobogán de plástico, 20; un columpio con toda la estructura, 16; y una cama elástica, por la que la empresa pide 18 euros cada 30 días.
La idea inicial era alquilar sólo por mes, pero al final se han tenido que adaptar y la flexibilidad es una de las señas de identidad de la empresa. “Ahora ofrecemos juguetes para un fin de semana o para medio año”, dice a Efe Ana Catia.
En este corto período de funcionamiento, ya diferencia entre dos tipos de clientes: los que responden a una situación de crisis económica y alquilan para ahorrar dinero y los que pueden comprar el juguete, pero entienden esta alternativa como una enseñanza a sus hijos y una forma de consumo responsable.
“Es habitual que, cuando a un niño se le compra un juguete, éste se canse de él al cabo de poco tiempo, y con esta iniciativa se consigue evitar ese tipo de situaciones”, argumenta.
En un Portugal que acaba de regresar al crecimiento económico después de tres años en recesión, la crisis todavía se nota en el bolsillo del ciudadano medio e iniciativas como esta pretenden convertirse en una alternativa para las familias que no pueden o no quieren comprar constantemente juguetes para sus hijos.
La idea inicial era alquilar exclusivamente por Internet, pero rápidamente se dieron cuenta de que “los clientes no acababan de entender la idea o pedían aclarar algunas dudas”, por lo que decidieron ofrecer también la posibilidad de contactar por teléfono o incluso concertar una cita personal.
Al contrario de lo que se podría esperar, la empresa no ha notado un aumento de la demanda coincidiendo con estas fechas navideñas -en Portugal sólo se celebra Papá Noel y los regalos se entregan pasada la medianoche del 24 de diciembre-, un hecho que Ana Catia considera normal.
“Es raro regalar algo que en realidad es alquilado”, razona la creadora del negocio, que ha visto muchas posibilidades de crecer con el alquiler de artículos para fiestas, eventos, salas de espera o consultas médicas.
También han firmado acuerdos con hoteles para los huéspedes que viajan con niños y no quieren que sus hijos se queden sin jugar durante el fin de semana.
El transporte de la mercancía es gratuito, aunque de momento el carácter familiar de la compañía limita su radio de actuación al norte de Portugal, ya que la empresa tiene su sede en Oporto. Son las dueñas o sus maridos quienes llevan el artículo personalmente a las casas de los clientes, en su coche particular.
Sus impulsores garantizan que los juguetes siempre son limpiados a fondo y desinfectados antes de mandarlos a una nueva casa para que los disfruten otros niños.
El catálogo está en su página web y en su cuenta de Facebook, e incluye algunos productos no disponibles en el mercado luso, por lo que únicamente se distribuyen de forma “exclusiva” a través de esta empresa.
En caso de que se rompa completamente un producto alquilado, el cliente paga el 80 % de su valor en el mercado, aunque la dueña afirma que, por el momento, nunca se han encontrado con esta situación. EFE