Las jugarretas del capitán Cabello en la Asamblea Nacional, para desvirtuar el sentido y propósitos de nuestra Carta Magna en relación con la conformación de las directivas y comisiones dentro de esa institución, así como en lo concerniente a la designación de las autoridades electorales y del resto de los organismos de control de las funciones del Estado y del desacreditado poder moral, son las señales que se están generando desde las alturas del poder con la finalidad de frenar el vigoroso impulso que ha tomado este movimiento conformado por todos quienes asumimos la responsabilidad de revertir las condiciones de vida que nos impone la dictadura pesuvista.
Las señales son muy claras y nos advierten de todo lo que han sido capaces y su disposición de acentuar los infames métodos de sostenimiento en el poder, a través de triquiñuelas que rayan en la inmoralidad y el desprecio de un Estado de Derecho cuya defensa pregonan hipócritamente; pues además de los bochornosos espectáculos montados por el capitán-presidente del parlamento y sus pingüinos durante las últimas sesiones de la Asamblea, donde se evidenció su brutal arremetida contra la bancada de oposición, se ha dejado entrever las perversas intenciones de sacar del juego político a quienes desde este sector de las luchas lucen como los principales adversarios a vencer.
Los venezolanos que sabemos descifrar los mensajes solapados del régimen, hemos podido percibir, por ejemplo las intenciones del capitán al acentuar sus arremetidas contra Henrique Capriles, mediante intrigas y ataques cada día más virulentos, conscientes del indetenible crecimiento de sus posibilidades como candidato presidencial. Y el propósito de apartarlo de la competencia, se evidencia en las intenciones en las que se juntan los pesuvistas y sus aliados de la Asamblea Nacional y Consejo Legislativo de Miranda, desde donde comienzan a dispararse los primeros fuegos dirigidos a inmovilizarlo.
Capriles, por su parte, ha advertido algo de lo cual debemos tomar nota los venezolanos: “esa gente está en estos momentos de preaviso”. Y es a partir de esa realidad, en lo que debemos enfocarnos: a prepararnos para asumir la responsabilidad que se impone, de rescatar la institucionalidad del país, que comienza con la recuperación de los organismos legislativos, con el propósito de enseriar el trabajo de estas instituciones.
Ya basta de repetir lo que no nos cansamos de reclamar: No queremos más peleas en los mercados, de unos contra otros, por un rollo de papel toilette; no queremos más robos ni despilfarro de los dineros públicos; ni tiranos que insulten a quienes no comparten sus torcidos ideales, ni frustrados militares comandando espacios destinados por la propia Constitución a la reflexión y a la convergencia de opiniones entre los distintos sectores que conforman la realidad política y social de la nación.
Los venezolanos estamos a estas alturas muy conscientes de lo que está sucediendo; y las condiciones, más que nunca, están dadas para darle un parado a quienes pretenden cogerse al país para disfrute del grupito de privilegiados que, pese a su manifiesta incapacidad para ejercer los cargos que ocupan, pretenden perpetuarse en la conducción de la nación. Pero repetimos, tenemos la obligación de mantenernos alertas, o en buen venezolano “moscas para evitar las triquiñuelas” a las que nos someten, pero a las que no podemos acostumbrarnos.