La crisis y la ansiedad que produce son reales, palpables, inclementes. Se han hecho patentes en los cambios de nuestros hábitos alimenticios, en nuestra desconfianza y desazón perennes, en la manera y frecuencia en la que lavamos nuestra ropa y limpiamos nuestras casas, y hasta en la forma en la que nos entretenemos, cuando toca. Basta circular un viernes o un sábado de noche por algunas de las urbanizaciones que albergan los locales nocturnos, los bares y discotecas más populares de la capital, para que nos demos cuenta de que aunque no hemos renunciado completamente a nuestra proverbial disposición a la rumba, ya no es lo mismo. Nadie quiere salir de la seguridad de su hogar pasadas las diez de la noche, ni mucho menos de madrugada, a arriesgar la vida propia y la de los suyos. La inseguridad y la impunidad reinan, esto es inocultable.
La escasez también es verdad. Más allá de las mentiras oficiales, que chocan de frente con lo que uno vive al hacer sus compras básicas, lo cierto es que los insumos esenciales no se consiguen. Cuando llegan a algún mercado, bodega o abasto, vuelan de los anaqueles a la velocidad de la luz, no porque haya millones de acaparadores y bachaqueros que se los queden para especular o para su reventa, sino porque no son suficientes para satisfacer la necesidad que existe. La situación es igualmente grave con las medicinas, los pañales y los productos de aseo personal.
De estas realidades hasta hace muy poco, haciendo la salvedad de algunas declaraciones puntuales que incluían más crítica que propuestas, el liderazgo político opositor se había mantenido más o menos al margen. A algunos de los dirigentes opositores más conspicuos, se les percibía como desconectados de la realidad, pensando solo en elecciones y cuotas, cuando la calle y sus verdades les reclamaban atención inmediata y urgente. Los últimos meses del año pasado, si hacemos caso a la prensa, el tema principal de discusión y de la proposición política, se centraba en la elección de las autoridades del Poder Ciudadano y del CNE, y en las parlamentarias. Ahora ya no es así.
Capriles, Ledezma, Machado y López, por solo mencionar a los más visibles, al parecer se han puesto de acuerdo para arrostrar la crisis de manera directa y conjunta mostrando, al menos, unidad en el diagnóstico de la enfermedad que padece el país, y en el pronóstico de las graves consecuencias que de esta grave situación pueden derivar, tratando con ello de encauzar políticamente, lo cual no es baladí ni tarea sencilla, la angustia generalizada y la protesta ciudadana que no ha cesado desde los inicios del año pasado.
En lo que aún no parece haber consenso aún es en cuanto al tratamiento a seguir para curar al país. Eso, hay que decirlo, nos tiene a todos los que anhelamos un cambio muy preocupados, como en la sala de espera de la emergencia de un hospital, cuando ya nos han dicho qué tenemos, pero aún no sabemos qué se hará para aliviar nuestros males. En este sentido, de cara al pueblo, el establecimiento de una “línea” de acción lo más incluyente posible, el diseño y difusión del curso a seguir y de sus formas de recorrerlo, son urgentes.
Por ello me sirvo de estas líneas para hacer algunas consideraciones que estimo deberían ser tomadas en cuenta por nuestros líderes, especialmente si se acepta que esta vez, son la ciudadanía y la realidad las que les han forzado a salirse de su zona de confort, para arriesgarse a aceptar públicamente, como lo hizo por ejemplo Capriles, que esto ya es insostenible, que “esto se acabó”, y que quizás si seguimos como vamos, el país, con consecuencias imprevisibles, no aguante ni aguarde hasta el 2019 por el giro de timón que necesita.
Les pido entonces con respeto, pero con firmeza, cuidar las razones por las cuales ahora se muestra la posición recientemente asumida, cuando la verdad sea dicha, hasta hace poco el consenso entre los factores políticos opositores sobre la situación del país, y especialmente en cuanto a las medidas a tomar para cambiarla, no existía. Celebro que por fin la unidad se esté mostrando como algo más que un simple pacto electoral, buscándole la vena al pueblo que está clamando a gritos por ello, pero a veces se hace lo correcto, o se comienza a hacer lo correcto mejor dicho, por las razones equivocadas. Eso siempre conduce al fracaso.
Me explico, y me perdonan el ejercicio de duda si estoy equivocado, que espero que así sea. Si en esta movida no hay más que el anhelo de capitalizar, con fines de hegemonía personal, el evidente descontento de las masas, que no una verdadera voluntad de salvar el país, a riesgo incluso de las propias cuotas de poder o de la propia libertad, si así toca, por las vías pacíficas y constitucionales posibles, pero de manera clara e inequívoca, estamos perdiendo el tiempo.
Si detrás de todo esto no está más que la mano peluda de “asesores de imagen”, que viendo las encuestas recientes les han dicho que es “el momento” de montarse en esta ola, para ganar puntos entre los electores y nada más, también están perdiendo y nos están haciendo perder el tiempo; y lo más grave (noten el uso claro del condicional) si tras las declaraciones recientes, lo digo con todas sus letras y de la manera más coloquial posible, alguno de ustedes esconde un pacto con el poder, a costa de nuestro futuro, para tomar por los cachos, desde la acera opositora, al toro del descontento general, para ganarle al gobierno el espacio de maniobra del que ahora carece, mientras todos nos estamos comiendo un cable y mientras la gente está muriendo en Venezuela porque no encuentra insumos médicos, o porque el hampa anda con el moño suelto, es el momento de que se aparten de la arena política y dejen que la historia, de la mano de otros protagonistas, siga su curso.
Si por el contrario en sus empeños subyace, que así lo espero por el bien de todos, la comprensión plena de nuestra realidad, de la grave crisis que se padece y la de la necesidad de poner por encima de los anhelos personales, por legítimos que sean, el bienestar de Venezuela y de todo su pueblo, pues bienvenidos sean su liderazgo, sus propuestas y su dirección política.
Que no haya duda: Lo demás son juegos y “muelas” para los que sinceramente no estamos.
@HimiobSantome