En Venezuela, en términos políticos, todo presagia el fortalecimiento de nuevos liderazgos y el adiós a viejas prácticas políticas. De hecho, la coyuntura que se avecina se podría considerar como el cambio impostergable para el advenimiento de una era en lo político, social y económico, impulsada por una gran acción electoral unitaria. Observamos el ocaso de un nuevo ciclo que se caracteriza por la debilidad de las hegemonías partidistas y personalistas.
En este momento no hay duda que todo quedara atrás porque ya entramos en una nueva etapa económica-social de nuestra historia republicana, que se torna mucho más compleja con mayores tensiones y reclamos de la clase media y los sectores populares, pero a su vez muy interesante y necesaria. Todas estas demandas ciudadanas tienen consecuencias directas en los sistemas de partidos y la gobernabilidad de los estados, municipios, siendo la democracia nuevamente sometida a una inconmensurable prueba. Vemos políticas fracasadas del gobierno nacional que ninguna respuesta dan a las presiones sociales, como cansa la incapacidad de Maduro y su equipo para impulsar políticas públicas idóneas, que solucionen los problemas en vez de agravarlos. No me cabe la menor duda que la poca descentralización que aún sobrevive logra mantener vivos los escasos espacios democráticos que aún no han podido ser destruidos por el socialismo del siglo XXI.
Esta nueva generación de venezolanos se ha dado cuenta de lo grave de la situación y se ha activado para impulsar nuevas políticas que detengan la indiferencia y apatía. Se activa para cambiar conductas electorales históricas de un grueso número de venezolanos quienes se habían acostumbrado a delegar en otros sus derechos políticos, dichas viejas prácticas políticas “mañosas” correspondían a los NiNi, a quienes no les importaba si aumentaban la gasolina, escaseaba la comida o si hacían colas, pero hoy estoy completamente convencido que no hay un venezolano que no se encuentre claro sobre la situación de deterioro en la que se encuentra el país.
Seguro estoy que se vislumbra un nuevo ciclo político porque el venezolano despertó. Protesta, reclama lo suyo y está dispuesto a no permitir que la corrupción le robe lo que le pertenece y quedarse parado sin hacer nada. En el horizonte se visualiza la vía para el gran cambio en el país.