Marcaje, puños y “vende cupos” toman las colas de Maracaibo

Marcaje, puños y “vende cupos” toman las colas de Maracaibo

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Marcar los brazos de una madre y sus niños en una cola, la venta de cupos para no pasar muchas horas de espera y “madrugonazos” en calles adyacentes a los supermercados para ser el primero en la lista de entrada son algunas de las situaciones insólitas que se viven en farmacias y establecimientos de Maracaibo cuando se corre la voz sobre el despacho de un producto regulado.

No basta con permanecer durante horas en las colas o recorrer varios supermercados para tratar de “completar” la compra familiar, ahora son cada vez más los obstáculos que enfrentan los zulianos cuando visitan un “súper”. Los “bachaqueros”, quienes generan una demanda infinita, parecen haberse apropiado de los rubros de la cesta básica, productos de difícil acceso para el ciudadano común.





Mariana Olivares (nombre ficticio), madre soltera, relató la travesía que ha pasado para comprar pañales. La última vez, durante una cola, no solo le marcaron el brazo a ella, también a su hija, quien apenas tiene 2 años.

Contó: “Tengo dos semanas sin llevar a mi hija a la guardería porque no tengo pañales para ella. No sabe ir al baño así que me toca cuidarla en casa porque no me la reciben. Los últimos cinco días he ido al supermercado en busca de pañales y nunca logro comprar. La última vez le marcaron el brazo tanto a ella como a mi para ordenarnos en la cola. Nos tocó el número 191. Fue frustrante”.

En una situación similar estuvo una jovencita de 16 años quien acudió a un establecimiento en La Curva de Molina en busca de pañales para su hijo. Juan González, padre de la adolescente, relató: “Cuando los trabajadores pasaron por la cola para retirar las cédulas de los clientes no le aceptaron a mi hija su documento de identidad por ser menor de edad. Tuve que comprar yo por ella y, además, tuve que presentar la partida de nacimiento de mi nieta”.

Lo más inimaginable puede apreciarse durante las horas de espera para ingresar a un local. Compradores que van preparados con sus sillas plásticas y vendedores ambulantes que hacen su agosto al ofrecer agua y comida son las escenas más típicas que se pueden observar frente a cualquier comercio.

El otro lado de las colas está en los revendedores. Los “vende cupos” que ofrecen desde 150 bolívares hasta más de Bs. 300 un puesto en la cola y los que, a la par, exhiben productos recién comprados al que más le pague. A estos escenarios se suman empujones, gritos y hasta peleas en contra de la policía y funcionarios militares.

Basta recordar la confrontación que ocurrió, hace una semana, entre compradores de un supermercado de la avenida La Limpia contra funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana. La anarquía se generó por la llegada de pañales al establecimiento.

Elvis Martínez, cliente, considera que es necesaria la presencia policial y militar en las puertas de estos locales debido a la agresividad que se genera entre compradores desesperados por ingresar. “Entrar a comprar comida o productos de higiene personal se convirtió en un lujo. Los “bachaqueros” se adelantan y hasta saben qué cosas van a vender y en qué locales. Ellos madrugan y abarrotan los locales desde antes de ser abiertos. Así le impiden a una persona común que pueda comprar lo que necesita”, reclamó.

El ausentismo laboral en algunas empresas es otra situación que se repite debido a los permisos de trabajadores que deben hacer cola en un “súper”. William Velarde, padre de un niño de 9 meses de nacido y trabajador de una emisora de radio, contó que debe “fugarse” de su trabajo cuando no consigue pañales. “A veces debo decir que tengo una cita médica o una diligencia en el banco. En ocasiones ni siquiera he regresado a la oficina porque las colas son de horas y cumplo mi jornada laboral frente a un local”, manifestó.

En un camino lleno de espinas se ha convertido para los marabinos hacer algo tan simple como comprar en un “súper”. Cargarse con documentos personales para acceder a algunos rubros, soportar horas de espera, presenciar peleas y hasta faltar a la jornada laboral por hacer una cola es, ahora, parte de la rutina de los zulianos.

Vía:Panorama.com.ve