La razón que esgrime el general para atreverse a asomar semejante barbaridad es que la Fuerza Armada Nacional debe “evitar los desórdenes, apoyar la autoridad legítimamente constituida y rechazar toda agresión, enfrentándola de inmediato y con los medios necesarios”.
Esto, Señoras y Señores, no puede pasar por debajo de la mesa, ni tampoco ser interpretado como un pote de humo o como otra maniobra de distracción que aplica el gobierno en un momento de crisis. No. Esto es muchísimo más serio y requiere toda nuestra atención.
Primero que nada hay que dejar claro algo: Padrino López sabe perfectamente que lo que firmó viola flagrantemente la Constitución Nacional. Lo sabe. No es que firmó lo que firmó sin saberlo. No. El equipo de asesores legales que debe tener en el Ministro de la Defensa tuvo que haberlo alertado, y con todo y eso lo hizo, firmó el consentimiento para que la Fuerza Armada utilice armas de fuego en el control de manifestaciones.
El doloroso caso de Bassil da Costa, por solo mencionar un ejemplo, muestra claramente que desde hace mucho tiempo los cuerpos de seguridad del Estado se han extralimitado impunemente al momento de lidiar con manifestantes. Pero a pesar de eso el pueblo venezolano, en su afán de lograr una democracia genuina, no ha dejado de manifestar su descontento pacífica y contundentemente por todos los problemas que nos aquejan, y eso lo sabe el gobierno.
Pero lo que también sabe el gobierno es que la situación del país va a empeorar aún más en las próximas semanas, porque con el precio del petróleo bajando y con el aparato productivo por el suelo gracias a la irresponsable política de expropiaciones y confiscaciones, las cuentas no le cuadran, no le alcanza el dinero. Y es por eso que Padrino López se adelanta y trata de infundirle miedo a nuestro pueblo. Su objetivo es claro: paralizar y mitigar el descontento popular a través del miedo, a través del terror.
Busca que la gente se trague su malestar, que no se le ocurra ejercer el derecho constitucional a la protesta, que vaya tranquilita a hacer una cola de horas para comprar dos kilos de comida y que luego vuelva a su casa sin decir nada, sin opinar nada, sin pensar nada, sin hacer lo más mínimo que implique una crítica abierta al gobierno.
Con esta medida queda en evidencia que Venezuela sufre una dictadura, ya no disfrazada ni mucho menos híbrida, sino una pura y dura. Queda en evidencia que el gobierno no quiere ciudadanos sino rehenes. Pero sobre todas las cosas queda en evidencia el desprecio, subestimación y miedo que le tiene el gobierno al pueblo venezolano.
Por Alfredo Jimeno R.
Concejal de Chacao
Twitter: @AlfredoJimenoR