La polaca “Ida”, de Pawel Pawlikowsky, ganó sábado el Premio Goya del cine español a la mejor película europea, al que también estaban nominadas el documental “La sal de la tierra” (Francia); “Dios mío, ¿pero qué hemos hecho?” (Francia) y “El abuelo que saltó por la ventana y se largó” (Suecia).
Una película compleja, en blanco y negro y con una enorme belleza en la aridez de su relato que ya conquistó los Premios de Cine Europeo, donde se hizo con los de mejor película, director, guión -Pawlikowski y Rebecca Lenkiewicz-, fotografía -Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski- y el que concede el público.
Está nominada además a dos Óscar: a la mejor película de habla no inglesa -al igual que la argentina “Relatos salvajes”, que compite igualmente en los Goya-, y a mejor dirección de fotografía.
Porque si algo llama la atención de esta película es la delicadeza de una imagen que pese a los paisajes nevados y pese a la dureza del blanco y negro, es capaz de transmitir el atormentado interior de los protagonistas.
“Yo no busqué la belleza en sí, quería hacer una película que invitara a la meditación, por eso la fotografía y la forma intenta huir del drama y de las emociones brutales, y busca la mirada distante y con otro tipo de pasión”, señaló el realizador en una entrevista con Efe cuando se estrenó el filme.
Una historia situada a comienzos de los años sesenta y que muestra la vida de Anna (cuyo verdadero nombre es Ida), una novicia que deja su convento para encontrarse con su tía Wanda, su único familiar vivo, antes de profesar sus votos.
“Es una reflexión sobre la identidad, sobre la fe, sobre la historia individual, sobre los vínculos familiares”, en palabras de Pawlikowski.
Una película que ha conmovido con su tragedia y su ternura en el Festival de cine de Gijón, donde se llevó cinco premios; en el Festival de Londres, donde fue considerado el mejor filme; los galardones de la Asociación de críticos de Los Ángeles o el Círculo de Críticos de Nueva York, entre otros. EFE