Su voz se quiebra. Es una condición innata en ella desde hace cinco meses. Yamile Saleh vive angustiada. Escucha el nombre de su hijo Lorent en las noticias y se alarma. Por lo general lo que prosigue son ataques y nuevas acusaciones. Mientras que en el sótano del Sebin, cinco pisos debajo de la superficie, el líder juvenil opositor al Gobierno nacional se mantiene encerrado. Por Dayrí Blanco/El Carabobeño
Su caso está prácticamente paralizado judicialmente. No hay sentencia firme y es común que su audiencia en tribunales se difiera.
Yamile vive en Valencia, viaja dos veces a la semana a Caracas a ver su hijo, pero su pensamiento no se aparta de él. Sabe que la está pasando mal. Encerrado en una celda de dos metros por tres, sin ver la luz del sol, respirar aire fresco, ni ver colores.
Todo eso está prohibido para quien desde hace siete años emprendió una lucha nacional por la liberación de presos políticos y la defensa de los derechos humanos. Hoy es él quien clama justicia. Está en “La Tumba”, nombre que se le ha dado a las siete celdas que se encuentran en esa sede del Sebin de Plaza Venezuela.