El asunto da para parodiar la famosa serie aquella del “hombre de los seis millones de dólares” que tanto furor hizo en la Venezuela de los años ’70 por lo irreal e increíble, pero en realidad nos referimos a algo mucho más terrenal; el precio del ejemplo más reciente del tipo de carro –el sedán compacto- que, por excelencia, se vende más en el país.
Dos millones de bolívares cuesta un Toyota Corolla de 7ª generación en la Venezuela de 2015… puede ser un poco más o un poco menos, dependiendo de cuál de las cuatro opciones elija (y acá la palabra “elegir” es un formalismo) entre las que ofrece Toyota de Venezuela.
Hay, como siempre, dos versiones y esta vez ambas tienen el mismo motor, que ha crecido hasta los 2lts. También hay dos transmisiones, una manual de seis velocidades (el primer carro ensamblado en el país que ofrece algo semejante) y otra automática-secuencial de cuatro. Si usted pide un Corolla sincrónico con tapicería de tela –acá subrayamos la palabra “teoría”- pagará (¿hace falta repetir la palabra “teoría”?) algo menos de Bs.1.7M. Y si usted pertenece todavía a esa especie casi extinta de automovilista dispuesto a pagar “algo más”, nuevamente la teoría le propone un Corolla automático secuencial con tapicería de cuero y otros detalles de lujo en algo más de Bs.2M.
Discúlpenos si usamos la palabra “teoría” hasta la cacofonía, pero es algo totalmente intencional; en la práctica usted solo podrá acceder al Corolla que consiga, en la versión y color que haya, y luego darse con una piedra en los dientes, porque con cifras de ensamble que en 2015 no superarán las 23mil unidades de 2014, la industria automotriz venezolana ofrecerá veinte veces menos carros de los que los automovilistas demandan.
Obvio que en la práctica esos dos millones que cuesta el Corolla en teoría (y sí… repetimos la palabra) se multiplicarán a tenor de las vacunas, roscas, coimas y demás mecanismos intermediarios típicos de las ofertas altamente restringidas… y entonces comenzará a entender por qué la metáfora del “hombre de los seis millones”.
Un Corolla nuclear
Que recurramos al “hombre nuclear” tampoco es casual… al igual que el personaje interpretado por Lee Majors en los ’70, el nuevo Corolla tiene sobradas características de alta tecnología… diríamos que incluso más que las del “hombre nuclear”. Y mencionamos los años ’70 porque en aquel entonces se podía comprar un sedán medio en este país por algo más de Bs.40mil de los de entonces y tenía la forma de un Ford Fairlane, un Chevrolet Chevelle, o uno de esos benditos y eternos Dodge Dart que podían con todo. Claro… eran otros tiempos –terribles tiempos según algunos- cuando nuestra industria ensambladora producía casi veinte veces más carros que ahora, para un país que apenas superaba los diez millones de habitantes, en vez de los treinta actuales… un mercado “nuclear” donde no solo se podía elegir la versión, sino también el color… y si uno no andaba muy pendiente de la moda, hasta podía esperar a enero y conseguir un carro “frío” del año pasado con descuento porque el concesionario necesitaba abrir espacio para los carros nuevos.
El Toyota Corolla es, hoy por hoy, el carro más producido en la historia de nuestra industria automotriz. Por años ese rol lo exhibió el famosísimo y petro-dolarizado Ford LTD, del que entre 1966 y 1981 se ensamblaron 85 mil unidades… En el Corolla hablamos de algo más de 206mil unidades, entre 1986 y 2014. Y es que históricamente el carro de segmento medio ha sido el más vendido del país. El carro “pan y mantequilla”. El carro “para todos”.
Hoy un Corolla está lejos de ser un carro “para todos” y no solo porque su precio de dos millones –en teoría… disculpe la insistencia- está fuera del alcance de la mayoría de los que necesitan hoy un carro nuevo en este país, sino porque su volumen de producción -17 carros diarios- lo aleja de toda perspectiva popular y le coloca un matiz elitista a un carro que en el mundo globalizado (ese del desarrollo, donde el milagro del “hombre nuclear” es un hecho cotidiano gracias a la tecnología) es el de mayor producción en la historia del automóvil, sobre iconos como el Ford T o el VW Escarabajo.
Y para que no lea entre líneas, lo decimos directamente sin usar la palabra “teoría” porque acá estamos hablando de la práctica pura y dura. Un producto como el Corolla, tiene hoy en Venezuela los visos de exclusividad por precio y volumen de producción que en aquel otro mundo fuera de nuestras fronteras se le asignan a un Mercedes, e incluso a un Rolls Royce.
Una lástima… porque el Corolla de clase media propone avances impensables cuando Toyota de Venezuela ensambló la primera generación para nuestro mercado de ese modelo en 1986; hay un estéreo al que no le falta ni hablar porque su memoria en disco duro es superior a la de los chips instalados al “hombre nuclear”, hay cámara de video para retroceder, múltiples adelantos capaces de permitir rodar más de 500kms sin echar gasolina, hay 143HP (casi tantos como los de aquellos Dart y Fairlane), hay teoría multivalvular doble y suficientes cosas para demostrar la capacidad que tiene nuestra industria automotriz de ofrecer productos al primer estándar mundial si se le permite producirlos.
Y no hay nada de extraordinario en lo que trae el Corolla hoy, porque también lo tienen todos sus rivales del primer mundo, pero para nosotros un Corolla con habilidades multimedia sigue siendo tan inaccesible como lo fue el carro multimedia de James Bond hace medio siglo… solo que aquel era un Aston Martin, de esos que en el primer mundo se fabricaban a razón de diecisiete por día porque solo James Bond podía comprarlos.
Hoy quizá ni siquiera Bond podría comprar un Corolla en Venezuela, ni siquiera pagando el precio que en teoría vale… A lo mejor piensa que no tiene sentido convertirse en un súper hombre para sencillamente adquirir un bien de consumo. ¿Lo compraría el hombre nuclear? Nosotros sí que lo compraríamos… pero no podemos.
Los números de Toyota de Venezuela y de cualquier otra ensambladora del país establecen que si las cosas siguen como están, en el país no se armarán más carros de los que se armaron en 2014, cuando apenas 23 mil unidades abandonaron nuestras cinco ¿o seis? ¿siete? ¿ocho? plantas ensambladoras. Y la duda sobre la cantidad de plantas es más razonable que retórica, porque hoy ni se sabe cuántas hay activas en el país entre las tradicionales y las que se han establecido en fecha reciente.
En todo caso la reflexión reposa sobre esas 23mil unidades… cifra similar a la que se ensambló en el país a mediados de los años ’50, cuando aún el “hombre nuclear” no existía, pero sí habían ensambladoras en un país, el nuestro, cuya población era diez veces menor a la actual y en la cual quien no pudiera comprar un “forcito” nuevito en “ocho mil bolos” tenía cientos de opciones en el mercado de usados… algo que hoy tampoco es una alternativa para comprar un Corolla o cualquier otro carro ensamblado en el país, porque ese mercado –el de usados- también se desplomó.
Sobre el carro en sí no tiene mucho sentido hablar, porque no cabe crítica de producto en un bien de consumo que no está al alcance de todos. En todo caso digamos que nos gustó… pero nos gustó mucho más que sea el primer lanzamiento hecho por la industria automotriz en casi año y medio.
Una razón para pensar que mientras hay vida, hay esperanzas… y esperemos que no sea solo en teoría.
Julián Afonso Luis
Julian_afonso_luis@hotmail.es