El maestro Carlos Cruz-Diez, uno de los máximos exponentes del arte cinético, se siente “feliz de estar vivo en este momento de tránsito” hacia una nueva era y reivindica el poder del arte como medio para alcanzar la paz social.
Caraqueño de nacimiento, pero parisino de adopción desde hace casi seis décadas, el nonagenario Cruz-Diez huyó hace tres meses del gélido frío de la capital francesa para instalarse en Panamá, donde vive uno de sus hijos, mientras dure el invierno europeo.
“Estoy gratamente sorprendido con Panamá. La gente sonríe, la geografía es muy bella, es el encanto que tiene el trópico”, señala el creador que, a sus casi 92 años de edad, hace gala de una lucidez admirable.
Sentado en una silla en el Centro Cultural de España Casa del Soldado, en el casco antiguo de la capital panameña, Cruz-Diez expresa el afecto profundo que le profesa al color, uno de los centros de su obra artística. Indica que, aunque su visión de las cosas es casi siempre optimista y cromática, últimamente ve que en el mundo hay realidades en blanco y negro.
Por eso, para los “tiempos revueltos” que se están viviendo en su Venezuela natal, Cruz-Diez recomienda el arte como medio para alcanzar la paz social, pues dice que esta manifestación es fundamental para el espíritu y para la sociedad.
Lo que está pasando en Venezuela, afirma el maestro, se preveía desde hace muchas décadas: “No se sabe muy bien dónde va a ir a parar el país, esperemos que el proceso sea lo más sano y lúcido posible”.
Para el artista, las comunicaciones inmediatas lo han cambiado todo. “Los discursos económicos, políticos, sociales, las costumbres, todo se ha modificado porque ha entrado en juego algo importante, la transformación del tiempo, la compactación del tiempo”, manifiesta en alusión a la inmediatez que ofrecen las nuevas tecnologías de la información.
Consciente de que ya le está ganando la batalla al tiempo, confiesa que le gustaría que lo recordaran como un creador de su época. “Yo he querido ser siempre como esos artistas del pasado, a los que respetamos y recordamos porque representaron su tiempo”, finaliza el autor. EFE