El Presidente afroamericano cree habernos hecho un favor cuando se convierte en nuestro defensor y abogado al sancionar a un grupillo de siete chavistas venezolanos; algunos de la oposición celebran con júbilo, creen –una vez más- que comenzó el principio del fin y que ahora los marines vendrán a salvarnos de este horrendo y oprobioso gobierno.
No vendrán, claro, el Presidente gringo ya tiene en sus manos lo que realmente le interesa, Cuba, cuyos dueños llevan tiempo de haber comprendido que el dinero venezolano se acabó, que el futuro no está en el falso mar de la felicidad sino en el Caribe rico que los comunica con Estados Unidos y el Atlántico que les abre vías para que los europeos lleguen. Entendieron, porque son pragmáticos, que con Maduro, el madurismo y sus desconciertos no se llega a ninguna parte pero con Washington y Bruselas, y un mordisquito brasileño, sí se pueden hacer planes. Quizás no para los ancianos uniformados y aferrados al poder, pero sí para sus hijos, nietos y camaradas.
El oficialismo criollo recibe con beneplácito la noticia porque sabe que no vendrán los marines y que las sanciones son sólo políticas y personalizadas –“por ahora”, diría aquél que fue y ya no es- pero nunca seriamente económicas. Los gringos, como despectivamente los llaman, les vuelven a dar oxígeno y los angustiados chavistas que se quedaron sin ilusiones aprovecharán, atacando al imperio ligándolo al supuesto golpe de estado y reforzando sus falsedades de la guerra económica, distraer un poco más a los resignados venezolanos. ¡Vainas de la vida!
El idioma diplomático es diferente a todos los otros; es sutil, impreciso, disuasivo, cauteloso, discreto, prudente, guabinoso, hay que saberlo analizar; por eso hay que leerlo entre líneas y de allí lo peligroso de no entenderlo en su justa dimensión. Cuando Estados Unidos declara a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria a su seguridad nacional, no está refiriéndose a su Flota del Caribe sino a un programa de acciones de la cuales conocemos algunas limitadas pero otras son secretas, confidenciales y llenas de consecuencias. Y ésas son las que realmente cuentan.
Salvo acciones extraordinarias, imprudentes y sin sentido, no prosperará ninguna invasión al territorio nacional, ni directa ni indirecta. Entretanto sí se aplicaran restricciones en las áreas de inmigración y que tendrán severas implicaciones en el ciudadano, que molestarán, que les complicarán la vida a quienes hasta ahora se sentían centros de un mundo nuevo que nunca se realizó porque fue imaginado y ensamblado sin conocimientos y sin realismo.
En reiteradas oportunidades he manifestado que el mayor de los errores y defectos de los políticos venezolanos es el doble discurso y la doble moral. En cadena nacional el Presidente Maduro criticó con dureza la carta enviada al Congreso por el Presidente Obama. Pero se le olvidó al confundido mandatario venezolano que el oficialismo tiene 16 años diciendo cuanta barbaridad le ha venido en gana a Chávez, a Maduro y a sus poco originales émulos contra los gobiernos y Presidentes de Estados Unidos.
En su alocución Nicolás Maduro, en su personaje de Presidente venezolano y pretendido líder revolucionario, calificó de autoritaria y arbitraria la misiva presidencial del afroamericano (en realidad afrohawaiano), y, lo más curioso, la tildó de arrogante y desequilibrada, es decir, cómo puede la primera potencia del mundo declarar la emergencia nacional para un país tan pequeño como Venezuela. Sentí cierto cuidado en las palabras presidenciales y en las caras de sus colaboradores, la del Ministro de la Defensa era un poema, lo confieso, porque obviamente Maduro no ha entendido nada.
En todo caso: los gringos le hicieron un flaco favor a la oposición y a los presos políticos porque ahora y por las próximas semanas, la supuesta invasión o declaración de guerra, o lo que sea que puedan inventar o interpretar, será el tema a diario -acentuando y exacerbando el nacionalismo-, que utilizará el oficialismo para distraer a la opinión pública de los graves problemas que hoy sufrimos los venezolanos. Y, por supuesto, base para mayor brutalidad en la represión.
La oposición quedo entrampada en dos posibles alternativas: apoyar la habilitante los convertiría en colaboracionistas y cómplices del gobierno lo que generaría un descontento en sus simpatizantes; y no apoyarla los catequizaría de traidores a la patria y pitiyanquis uniendo las filas del oficialismo en un discurso patriota y nacionalista. ¡Vainas de la vida!
Ahora con la excusa perfecta tendremos al Presidente con Ley Habilitante para gobernar en salvaguarda (según su propia interpretación) de la integridad nacional quien sabe por cuánto tiempo -6 meses por lo pronto-, y eso incluye todas aquellas acciones externas e internas que preocupen o sean consideradas amenaza para el país por la torpeza gubernamental, será más discrecional la actuación presidencial.
Podrán acusar y arrestar aún más a quienes el régimen quiera de pro-yanquis y en consecuencia, serán antipatriotas, traidores, agentes del FBI, la CIA, el pentágono y cuando calificativo se les ocurra. Un buen ejemplo es la vergonzosa comparación del diplomático que se olvidó de su socialcristianismo originario para derivar en un canalla que hace chistes con los asesinados del régimen al cual saltó. Se convirtió más que en chavista militante y jala bolas, en un cretino sinvergüenza merecedor del repudio de los ciudadanos decentes con principios y valores éticos.
¡Vainas de la vida!
@ArmandoMartini