Una expedición científica en la Antártida localizó a más de 50 ejemplares de ballena azul y logró grabar 520 horas con más de 40.000 cantos de estos cetáceos, informó hoy la División Australiana Antártida (ADD, siglas en inglés).
“Es realmente emocionante poder estudiar a estas ballenas en el vasto océano antártico y oír sus llamadas a más de 750 kilómetros de distancia”, dijo Brian Miller, experto en acústica de la ADD.
La investigación australiana-neozelandesa utilizó sonoboyas direccionales para registrar los cánticos de los cetáceos, decenas de los cuales fueron avistados tras una paciente búsqueda en una zona con abundantes cardúmenes de krill.
El jefe de la expedición, Mike Double, destacó la importancia de esta tecnología en el estudio de esta especie amenazada debido a su distribución irregular.
“Los ecosonidos nos permitieron elaborar un mapa, caracterizar y vigilar el krill en las inmediaciones de las ballenas azules y determinar que sus cardúmenes son mucho más densos que antes”, indicó Double.
“No hay muchas oportunidades de acceder a estas poblaciones de ballenas porque están alejadas de todo y las condiciones en el océano antártico son bastante complejas”, dijo a Efe el chileno Pablo Escobar Flores.
La expedición regresó hoy a Wellington tras seis semanas en aguas antárticas donde pudo identificar 58 ejemplares de ballena azul (Balaenoptera musculus), lo que permitirá calcular el tamaño de la población, la tasa de recuperación y sus movimientos.
Durante la travesía los investigadores también pudieron conocer mejor los hábitos alimenticios de la ballena azul, un mamífero que puede llegar a medir 30 metros de largo.
Lo hicieron a través del estudio de los cardúmenes de krill, cuyos cambios en su estructura interna pudieron analizarse por primera vez.
“La presencia de krill y de ballenas nos permitió seguirlas constantemente y ver a las ballenas alimentándose de diferentes cardúmenes de krill”, acotó Escobar, experto en acústica pasiva que aspira a un doctorado en la Universidad de Auckland.
“Toda esta información servirá para planear en el futuro nuevas estrategias de protección y seguir viendo como se desarrollan con la distribución de cardúmenes de krill”, añadió Escobar.
La ballena azul, cuya lengua es más pesada que un elefante y el tamaño de su corazón es parecido al de un coche pequeño, estuvo a punto de extinguirse en el siglo XVII, período en el que se mató a unos 340.000 ejemplares.
La Comisión Internacional Ballenera calculó que en el año 2000 la población de ballenas azules en el Hemisferio Sur era de entre 400 y 1.400 ejemplares. EFE