Las elecciones parlamentarias son una gran oportunidad para comenzar el ciclo de cambios que devuelvan a Venezuela la democracia plena y la prosperidad que hoy nos es tan esquiva. Para lograr este cometido se necesita de un esfuerzo unitario que vincule a los que luchamos por una Venezuela de progreso. Pero un elemento vital para encausar las ansias de cambio de nuestro pueblo, es la conexión que debe existir con la sociedad y sus verdaderos problemas.
Todas las encuestas auguran una muy posible derrota del oficialismo en las elecciones, en especial cuando más del 70% de los ciudadanos se manifiesta en favor de un cambio. Pero las encuestas hay que utilizarlas como un instrumento de análisis que sirva para reforzar o corregir las actuaciones que desarrollan quienes luchamos Venezuela. En estas mediciones salta a la luz que una buena parte del país, a pesar de que culpa al actual gobierno por la crisis, no se siente identificada con quienes intentan representar las fuerzas del cambio; la gente percibe una falta de vínculos entre la agenda de la Unidad y los problemas de los venezolanos.
El propio Secretario ejecutivo de la mesa habló de “candidatiritis” dentro de la oposición que la aleja del sentir de la gente. Las apetencias personales, por válidas que sean, no pueden ser el primer punto en la agenda cuando nuestros compatriotas están obligados a hacer colas maratónicas, no consiguen los productos, los acosa la inseguridad; entre muchos de los problemas que afrontan a diario y que deben ser la verdadera causa de las luchas de la Alternativa Democrática. La agenda de la Unidad debe estar enmarcada en la realidad que vivimos, en lugar de estar ensimismada en discusiones estériles, que aunque naturales, muchas veces causados por egos insuflados que no ven más allá de apetencias personales.
La Unidad debe estar en la calle, acompañando a los venezolanos, reclamar enérgicamente los derechos. Pero no solo es protestar, sino buscar contribuir a la solución de los problemas, bien sea con propuestas o también con actividades que cubran el vacío de un Gobierno inmóvil. Debemos retomar el espíritu de aquellos partidos como AD, COPEI o URD, que en su génesis fungían como un apoyo social, cuyos militantes, sin tener cargos eran buscados por sus vecinos si les faltaba una medicina con la fe de que dentro de sus posibilidades los iban ayudar. Por eso se convirtieron en parte de la identidad del venezolano por muchos años y derrotaron férreas dictaduras. En cuanto comenzaron a alejarse del sentir popular y concentrarse en ambiciones personales, perdieron el respaldo de la gente. Aquel debe ser el marco de referencia de la Unidad, mantenerse en la calle cercanos al pueblo.