El histórico encuentro entre los presidentes de EE.UU., Barack Obama, y Cuba, Raúl Castro, allana el camino para lograr más avances hacia la normalización bilateral, después de que la VII Cumbre de las Américas concluyera sin un anuncio sobre cuándo podrían reabrirse las embajadas.
Pese a que no hubo anuncio sobre las embajadas ni sobre la posible salida de Cuba de la lista de EE.UU. sobre países patrocinadores del terrorismo, la buena sintonía que demostraron Obama y Castro durante la Cumbre en Panamá es en sí misma algo muy importante para seguir avanzando.
Frank Mora, director del Instituto de Latinoamérica y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida (FIU), destacó a Efe el “tono muy conciliador” con el que habló Castro sobre Obama, a quien calificó de “honesto”, en la plenaria de la cumbre.
Después los dos mandatarios se reunieron durante una hora y 20 minutos, de acuerdo con el Gobierno cubano, y ambas partes apuntaron después que fue un encuentro “productivo”, en el que se habló con sinceridad y, según la Casa Blanca, sin ningún tipo de “tensión”.
En la rueda de prensa que ofreció al término de la cumbre, Obama dejó claro que “Cuba no es una amenaza” para EE.UU. y que el objetivo de la apertura hacia la isla no es propiciar “un cambio de régimen”.
Se esperaba para esta cumbre un anuncio de Obama acerca de la salida de Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo, tras las declaraciones de funcionarios estadounidenses en los días previos sobre que el proceso de revisión estaba llegando a su fin.
Pero Obama indicó que todavía no ha podido revisar la recomendación del Departamento del Estado favorable a retirar a Cuba de la lista y, por tanto, aún no ha tomado una decisión al respecto.
El presidente detalló que quiere poder leer y “estudiar” con calma esa recomendación y la de sus asesores en la Casa Blanca antes de tomar una decisión.
Cuba reclama su salida de esa lista, en la que aparece cada año desde 1982, y aunque no lo considera una “precondición” para reabrir las embajadas, sí es un asunto “muy importante” para la isla.
Castro cree que “es un paso positivo” la intención declarada de Obama de decidir rápidamente sobre la presencia de Cuba en una lista “en la que nunca debió estar”, según informó a los periodistas el canciller cubano, Bruno Rodríguez.
Una vez que Obama anuncie su decisión, debe notificarla de manera formal al Congreso, que cuenta con 45 días para estudiarla y, en caso de desacuerdo, puede presentar un proyecto de ley para tratar de revocar el dictamen presidencial.
En cuanto a la reapertura de embajadas en Washington y La Habana, EE.UU. pretendía dejar cerrado el tema antes de esta cumbre, la última para Obama, pero quedan por resolver algunos asuntos “prácticos” de los que hablaron los dos presidentes en su reunión.
Un alto funcionario estadounidense explicó bajo anonimato a los periodistas que EE.UU. está pidiendo más flexibilidad para que sus diplomáticos se puedan mover con relativa libertad por toda la isla.
Obviamente, “entendemos que no va a ser como nuestra embajada en Londres”, matizó.
Otro de los asuntos pendientes es resolver cómo facilitar el acceso de la futura embajada cubana en Washington al sistema bancario estadounidense, dadas las restricciones del bloqueo vigente contra la isla.
“Hemos hecho buenos progresos. Nuestra expectativa es que podamos concluir todo relativamente rápido”, indicó el alto funcionario estadounidense en la misma línea que Obama, quien se declaró “cautelosamente optimista” sobre el proceso hacia la normalización.
Hace apenas cuatro meses, antes del anuncio de diciembre sobre el acuerdo para la normalización, nadie sabía que EE.UU. y Cuba llevaban un año y medio negociando en secreto y las imágenes de Obama y Castro dialogando, sentados uno al lado del otro, que ahora dan la vuelta al mundo eran inimaginables.
“Hay un proceso, que será largo, pero que está yendo hacia delante”, subrayó Mora. EFE