“En las calles hay más armas que harina pan”

“En las calles hay más armas que harina pan”

(Foto archivo
(Foto archivo

De los 47 funcionarios policiales y militares asesinados este año les quitaron el arma a 23 de ellos.

En una calle del municipio Sucre, GH, un oficial de seis meses de graduado como policía nacional bolivariano, observa el comportamiento de los motorizados. Está alerta y no quita la mano de la pistola. Lo acompaña una mujer policía con dos años en el organismo, que tiene la misma actitud corporal. Un hombre se estaciona para pedir una dirección e inmediatamente, sin mediar palabra, ambos desenfundan las armas, responden y la vuelven a guardar cuando el hombre se aleja. Continúan con el dedo en el gatillo. Ninguno de los dos la ha disparado ni una sola vez. “Gracias a Dios”, exclaman, así lo informó El Nacional

Isayen Herrera





Llevarse la mano a la pistola es un acto reflejo del oficio policial, pero en las últimas dos semanas en las que se han reportado por lo menos 8 asesinatos de policías la actitud de los oficiales en la calle denota alerta y cierto temor. El gobierno, desde la figura del ministro de Relaciones Interiores Gustavo González, ha señalado que las muertes responden a “un plan perverso” orquestado en municipios del estado Miranda donde, según el funcionario, opera el paramilitarismo.
Al otro extremo de la ciudad, en Capitolio, está EP, oficial de Policaracas desde hace 12 años. Se limita a trabajar en el centro de la ciudad porque desde hace 2 años los integramtes de ese cuerpo de seguridad tienen prohibida la entrada a barrios “porque son zonas protegidas”, aunque se refiere a que los protegidos son los delincuentes.

EP costeó su chaleco antibalas hace 2 años valorado en 2.000 bolívares y también cierto tiempo compra cajas de balas (con 50 municiones) que tienen un costo de 9.000 bolívares. Dice que tiene un contacto en Fuerte Tiuna para hacer la adquisición y asegura que desde que la policía está intervenida ellos mismos pagan su uniforme y las municiones para protegerse. Su sueldo es de 6.700 bolívares y se rebusca como taxista.

“Las declaraciones del ministro fueron una falta de respeto. Aquí no hay paramilitares, sino el inicio de una guerrilla urbana que antes se hacía llamar Círculos Bolivarianos y ahora se presentan como colectivos, además del hampa común. Aquí todo el mundo sabe que hay más armas en la calle que Harina Pan y ya ni nos dejan entrar a los barrios para desarmarlos”, dijo molesto el agente municipal.

Lea la información completa en El Nacional