La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Marco Tulio Cicerón (106 AC-43 AC), escritor, orador y político romano
Mi abuela decía que quien te miente es porque considera que eres más estúpido que él. Lo lamentable es que en Venezuela encontraron suficientes crédulos o aprovechados, para construir esta revolución embustera que desde el primer día, desde aquel “por ahora”, se basó en puras cobas encubiertas en un supuesto amor al pueblo y a la patria.
No niego que haya gente idealista, o de izquierda, o que crean que están haciendo un trabajo social, o que estén resentidos por lo que no les dio la democracia y por tanto, crean en “el proceso”. La falta de formación democrática induce a creer que la casa, la misión, la pensión o cualquier beneficio, es concesión graciosa y regalo salido de los bolsillos del mismísimo comandante eterno y no un derecho que tienen como ciudadanos a percibir beneficios sociales de la inmensa renta petrolera del país.
El finado le hizo creer al planeta que era una especie de Robin Hood que venía a sacar a los pobres del hueco. Su carencia de democracia le llevó a pisotear todas las instituciones para ponerlas al servicio del supuesto socialismo del siglo XXI. Usó a los serviles para amañar la Constitución y las leyes, inventó las misiones para obviar la transparencia, calló a los medios para aislar al pueblo de la información. En su delirio llegó a crear una historia patria que cualquier pichón de historiador desmontaría por disparatada. Le cambió el nombre al país, la bandera, el escudo, la moneda y hasta la cara a Simón Bolívar.
Su mayor obra fue dividir a los venezolanos entre revolucionarios y apátridas. Cualquiera que hiciese una observación a sus designios o le señalase el camino de la ley y la academia, sufría el desprecio público, el insulto, la persecución, el exilio o la cárcel. Bajo el disfraz de benefactor se ocultó siempre un manipulador de masas tan hábil como resentido, tan simpático como peligroso, tan maquiavélico como su mentor Castro. Un hombre de convulsionada vida pública y privada, sin estudios pero con gran habilidad para copiar ideas y repetir guiones. Ni su madre lo conoció realmente, su personalidad multifacética ha podido ser una bendición para Venezuela y no lo fue porque siempre privó su lado oscuro. Tanta labia pudo utilizarse para educar al pueblo que seguía ciegamente su carisma, con un poco de respeto al conocimiento académico hubiese sido guía y ejemplo. Prefirió utilizar el poder para doblegar bajo su bota al país. Hizo de la fuerza armada su partido de gobierno, quebrantando todos los ordenamientos. Permitió la corrupción rampante a cambio de fidelidad sin escrúpulos. Creyó seriamente que era un iluminado, un salvador y por eso cambió las leyes, para permanecer “ad aeternum” en el poder.
Pero retó a Dios y a la naturaleza. Enfermo, se lanzó a una campaña electoral que le quitó toda expectativa de vida, porque sabía que solo él garantizaba el triunfo. Era su empujón final a su destructora revolución. Su último regalo a Venezuela fue dejar un heredero, escogido por su formación castrista y su indiscutida lealtad.
La ineptitud, corrupción y sordera de un régimen que no está capacitado ni siquiera para administrar un condominio es una tragedia que en dos años ha acelerado su implosión: la carencia cada vez más dramática de todo lo que signifique civilización y desarrollo. Venezuela carece de eficiencia, de justicia, de instituciones, de moral y decencia pública, de infraestructura, alimentos, medicinas, repuestos, empleos, viviendas. Y estas carencias, ¡por fin! han hecho reaccionar a muchos.
Ya nadie discute ideología, nadie quiere hablar de socialismo cuando no encuentra una medicina para su hijo enfermo. A la revolución no la está tumbando la oposición: se está cayendo solita, herida mortalmente por la ausencia del líder, aunque sigan mintiendo con eso de que vive y no lo dejen descansar ni un minuto en paz, usufructuando su imagen; por los disparates verbales y fácticos de quienes no saben y no escuchan; por la rabia que electriza a los ciudadanos, hartos de restricciones y sobre todo, de estupideces. Se está cayendo solita porque los chavistas no quieren ser maduristas, quieren salvar el legado del finado, que aunque discutible, lo respetan por muerto. O sea, ¡tan bueno que era!
El socialismo del siglo XXI llega a su fin y algunos que así lo perciben, quieren ponerse a salvo, huyendo del partido o del país. Se dan cuenta que ya no hay quien crea que los venezolanos después del 1 de mayo tienen el salario mínimo más alto de Latinoamérica: 1.070 dólares… calculado a 6,30, claro. A la revolución la están derrocando 16 años de mentiras.
Aquí entre nos
* El ex presidente español Felipe González recibe hoy en España el Premio Ortega y Gasset que le fuera conferido al editor de Tal Cual, Teodoro Petkoff, en su mención “Galardón a la Trayectoria Periodística”. Teodoro, además de estar delicado de salud, no puede viajar fuera del país porque tiene prohibición de salida gracias a una demanda en su contra de Diosdado Cabello. El ex presidente González, declarado “persona non grata” por el bloque oficialista de la AN debido a su intención de unirse a la defensa de López y de Ledezma, honrará con este gesto a la prensa libre que lucha por sobrevivir en Venezuela.
* Por cierto, este jueves 7 de mayo ve la luz la primera edición de Tal Cual en formato de semanario, que promete ser impactante, con 32 páginas, nuevo logo e imagen gráfica. Además incluirá la edición de aniversario: 15 años diciéndolo todo tal cual.
Hasta el próximo miércoles.
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