Hoy, en Madrid, entregan un premio especial del célebre galardón de Periodismo Ortega y Gassett. Es el premio 2015 a la trayectoria profesional, otorgado a Teodoro Petkoff “símbolo de la resistencia democrática de Venezuela a través del diario que dirige”, dijo el jurado. Ciertamente el Tal Cual que lleva el sello de Teodoro, sus editoriales, el equipo de periodistas y articulistas que le han acompañado durante años, ha sido periodismo político, comprometido con la democracia y en favor de las luchas sociales, del progreso, nada bobalicón y mucho menos con el falsete de la “neutralidad”, pero no por ello menos profesional y responsable.
Nada prueba cuan real es que en Venezuela hay resistencia democrática, es decir, resistencia contra el poder totalitario, que el hecho que Teodoro no pueda ir a Madrid a recibir el premio Ortega y Gasset. Tiene prohibición de salida del país por la demanda del militar que preside el Parlamento y quien justo lo hace del modo mas opuesto al concepto de “parlamento” y mas cercano a un cuartel. En todo caso, el director de Tal Cual y su junta directiva están demandados y tienen sanciones previas como esa de no poder salir del país, por una de las arbitrariedades mas insólitas que se recuerden en los anales del periodismo: porque un articulista de opinión externo escribió en un artículo, con su firma, una supuesta frase que el capitán Cabello niega haber dicho. Algo que se resuelve rutinariamente con un derecho de réplica y en todo caso es responsabilidad del articulista -por cierto un ex ministro del Chávez de los primeros años- se convierte en una demanda contra todo el diario, director y directivos, como si ellos deben ejercer la censura previa sobre los articulistas. Así anda la libertad de expresión en Venezuela.
Por si todo lo anterior fuera poco, Tal Cual está repleto de multas, demandas y sanciones desde el poder. De todo tipo. Hostigado y acosado económicamente incluso con las dificultades para obtener el papel prensa (que en Venezuela es importado y el dueño de todos los dólares es el gobierno que impide que nadie pueda importar sin pasar por la alcabala del poder) hasta el punto que Tal Cual tuvo que dejar de ser diario, ahogado hasta el extremo y reconvertirse en semanario. Caso, por cierto, que no solo no es único sino bastante común en estos tiempos de dizque “revolución” en Venezuela. RCTV clausurado igual que varias docenas de emisoras de radio. Televisoras y diarios comprados por poderosos factores económicos pro gobierno para aplicar la censura, despedir periodistas. Medios amenazados “en cadena”. Diarios reducidos al mínimo por falta de papel e insumos. Por ello ese “Ortega y Gasset” para Teodoro, es un símbolo de la resistencia democrática.
Destaca también el breve texto que explica el premio que el jurado ha reconocido “la extraordinaria evolución personal de Teodoro desde sus inicios como guerrillero hasta ser hoy símbolo de la resistencia democrática”. En realidad los inicios de Teodoro en lo público y la política fueron como aguerrido dirigente estudiantil en resistencia de calle contra la dictadura militar de Pérez Jiménez a mediados y finales de los 50. Y sin embargo, estudiante de alta calidad, graduado de economista cum laude.
Esa cualidad, no tan común, de político de acción y al mismo tiempo intelectual de muy alto vuelo, sería su sello personal de vida. Junto con otra rara cualidad: pensar, analizar con criterio propio y atreverse, una y mil veces, a asumir con pasión y riesgo personal sus convicciones (sus escapes de prisión son de película) junto con asumir la reflexión de los cambios. “Solo los estúpidos no cambian de opinión”, dijo alguna vez en una entrevista que dio título a un libro escrito por Alonso Moleiro. Tal parece que nunca dejó de cuestionar y cuestionarse. ¿Polémico? Siempre. ¿Honesto intelectual? Siempre. Teodoro nunca fue una cartilla. Nunca prisionero de dogmas políticos o ideológicos por mucho tiempo.
Cuando escribió “Checoslovaquia, el socialismo como problema” causó una conmoción mundial en el universo de la izquierda. Hoy, 45 años mas tarde, después que todo sucedió, parecen reflexiones obvias, pero en 1970 fue un terremoto, justo porque el análisis irreverente aunque muy sólido, política e intelectualmente, de alguna manera predijo el derrumbe del imperio soviético que ocurriría casi 20 años después, sus contradicciones insalvables en cuanto a la economía, lo social y las libertades. El comunismo gobernaba en docenas de países con bastante mas de la mitad de la población del planeta. Los partidos comunistas eran una fuerza gigante en buena parte de la Europa “occidental” y en especial Francia e Italia donde sumaban mas del 30% de los votos y gobernaban numerosas regiones y ciudades.
La “iglesia” soviética era un dogma para cientos de millones. Teodoro cuestionó todo, con coraje, profundidad y contundencia, llevando a una ruptura decisiva en Venezuela e influyendo en otras latitudes. La separación del PCV y el nacimiento del MAS fueron una ruptura total y de fondo con el “modelo” comunista cuando muy pocos se atrevían a tanto. Luego fue una fiebre telúrica, pero en 1970 era un atrevimiento impactante. No en balde, el todopoderoso jefe de aquel imperio, Leonid Brezhnev, lo condenó con duras palabras en el Congreso del Partido Comunista de la URSS en 1972 junto al filósofo francés Roger Garaudy, las casi únicas voces que repudiaron la invasión soviética a Checoslovaquia de 1968 y lo cuestionaron todo, no sólo el atropello militar y político sino todo el modelo.
Un episodio similar anterior pero menos conocido, fue la dura polémica y ruptura con Fidel Castro en 1966 cuando el aún PCV decidió poner fin a la errónea aventura de la llamada “lucha armada”. Hoy puede parecer una pendejada enfrentarse a ese dinosaurio, fracasado y atrasado, llamado Fidel Castro pero en aquellos años era otra cosa. Una herejía. Era un “sumo sacerdote”.
En algo Teodoro jamás cambió: su profunda sensibilidad social, su voluntad de luchar por un país y un mundo mas justo en libertad. Su convicción de “ir contra la corriente” si de convicciones de fondo se trataba. Vivió un largo período como aguerrido y respetado parlamentario. Después fue ministro. Sus libros siguieron dejando huella. En 1998, cuando aquel MAS de sus esfuerzos decidió apoyar a Chávez, no dudó en romper. La profunda convicción de que aquello sería un error político pudo mas que cualquier cálculo o conveniencia. Como siempre.
Poco tiempo después empezó la aventura del periodismo comprometido que es otra forma de acción política. Siempre con razones, con argumentos. Nunca sustituyendo éstos por el insulto fácil ni las frases hechas de “la cartilla” y jamás incurriendo en la deshonestidad intelectual. ¿Equivocarse? Muchas veces. ¿Cambiar? Cada vez que la reflexión política y el análisis de la realidad lo impulsaban a eso.
He tenido el privilegio de ser su amigo por unos 40 años. Yo era un liceísta lleno de inquietudes sociales y políticas por un mundo mejor, sin militancia partidista alguna pero colmado de motivaciones por la justicia social, cuando su libro, “Checoslovaquia…” cayó en mis manos y me impactó. Unos pocos años mas tarde, como él mismo relató en el prólogo de mi libro “Guayana: El milagro al revés”, me “reclutó” para venir a Guayana tras el empeño de construir una fuerza de cambio entre los trabajadores. El tenía entonces y nunca dejó de tener, una pasión especial por Guayana donde vivió un par de años. Nos reencontramos en años recientes en la pasión del periodismo comprometido. Ese premio “Ortega y Gasset” que hoy recibirá en su nombre uno de los mejores Presidentes que haya tenido país europeo alguno: Felipe González, hace honor a una trayectoria que ha dejado huella.