Hay que distinguir entre el salario monetario que se expresa en la cantidad de billetes y monedas que el trabajador recibe y el poder de compra de esos billetes y monedas. A este último se le denomina salario real o poder adquisitivo. En Venezuela el gobierno viene otorgando aumentos del salario monetario con una frecuencia de hasta dos veces por año, sin embargo, la capacidad de compra de esos aumentos salariales no compensa el alto costo de la vida.
Ello se ha traducido en una pérdida de lo que el trabajador, el pensionado y jubilado puede adquirir con su ingreso. En 2014, el aumento promedio concedido por el gobierno se acercó al 50,0% pero la inflación fue de 68,0%, con lo cual en realidad ocurrió un deterioro del poder adquisitivo de los salarios. El primero de mayo, el presidente de la Republica anunció un incremento de 30,0%, pagadero un 20,0% ahora y el 10,0% restante en julio. Todos los analistas coinciden en que en 2015 el alza de los precios alcanzará por lo menos el 120,0%, cifra que representa la mayor tasa de inflación del mundo. La traducción de estas cifras es que de nuevo, en 2015, la capacidad adquisitiva de las remuneraciones de los asalariados volverá a disminuir, esta vez a un ritmo mayor que en 2014.
De esta manera están viviendo los trabajadores de Venezuela un empobrecimiento progresivo que se expresan en las cifras de aumento de la pobreza, según se desprende del estudio Sobre Condiciones de Vida en Venezuela, elaborado por las Universidades Central Católica Andrés Bello y Simón Bolívar, donde se consigna que en 2014, el índice de pobreza se situó en 48,0%, muy superior al 30,0% de 2012. Según proyecciones basadas en una tasa de inflación mayor al 100,0% y una caída de la economía de al menos 7,0%, es muy probable que los niveles de pobreza repunten hasta 55,0%, la cifra más elevada desde que ese indicador se mide en Venezuela.
Esta realidad dramática no refleja otra cosa que el fracaso de un modelo económico que acabó con la producción, pulverizó el bolívar y afectó seriamente el establecimiento productivo nacional, todo ello en nombre del socialismo. Los pobres que fueron la aparente razón de ser de esta revolución, se tornaron en sus principales víctimas. Nadie como los pobres han sido los principales afectados por esta manera errática de conducir al país. De nada sirven aumentar los salarios si la inflación no disminuye y esa es una lección que ya se ha aprendido en Venezuela, a lo largo de esta dolorosa historia de desajustes de la economía.