No se le puede negar que su audacia es enorme, ilimitada, justo porque su caradurismo es inagotable. Raúl Castro estuvo ayer en El Vaticano en una reunión privada de casi una hora con el Papa Francisco. Se supone que el motivo oficial era agradecer la mediación de la Iglesia para facilitar el diálogo que por dos años y en secreto mantuvo el gobierno de EEUU con el de Cuba y que derivó en los acuerdos de restablecimiento de relaciones que ya son ampliamente conocidos. Se supone que -sin que de ello se hable en público- el Pontífice habrá “negociado” acuerdos y garantías para los grupos católicos y para la disidencia democrática. Lo que ofrece titulares de prensa, no obstante, es la declaración del hermano de Fidel Castro: “Si el Papa sigue así, volveré e rezar y regresaré a la Iglesia”.
Uno respira hondo. Si ese es un precio que deberá pagarse para ver los cambios -aunque sean lentos- en Cuba, vale la pena. Durante unos 50 años en Cuba estaban prohibidas las Navidades. Así como suena. No es que no hubiera facilidades oficiales para el festejo sino que estaban prohibidas. Los hermanos Castro tenían el derecho de renegar de la religión que les dieron sus padres y no practicarla. A lo que no tenían derecho era a conculcarle ese derecho al resto de los cubanos.
“Yo nunca tuve Navidades porque la religión en Cuba era perseguida y ahora sale Raúl en el Vaticano. ¿Quién me pedirá perdón?”, escribió el misterioso “Yusnavy” en su cuenta tuiter. Y aunque no se quien es el personaje, el reclamo es real y legítimo. También Yoanny Sánchez ha relatado algunas veces como su infancia estuvo marcada por mirar con temor al pasar frente a una Iglesia porque solo asomarse podía significar problemas y ser estigmatizada cuando no algo peor. El día de Navidad era laboral normal.
De todos modos, hay cambios en Cuba. Nada que ver con que Raúl Castro sea demócrata ni mucho menos. Su rol en la dictadura ha sido de los mas duros. Solo que es mas pragmático y desde hace años sabe que su país no tiene viabilidad sin cambios profundos en la economía. El “modelo” estatista, centralista, ha sido y es un fracaso total. Cuba ha medio sobrevivido al precio de un enorme costo social y de atraso por los enormes subsidios de la ex URSS antes y lo que Chávez les regalaba, quitándoselo a Venezuela, en la última década. Quisiera él, como los chinos, introducir la economía capitalista pero conservando el gobierno totalitario de partido único con total control. Solo que es un poco mas complicado hacerlo en Cuba que en China.
En fin. Solo por casualidad ayer topé con una columna P&C que escribí en Enero de 2007, mas exactamente el día 13 y era la N° 1.037, titulada “En Cuba los cambios corren”. Comenzaba así:
“Mi hermano Jacinto / que vive en La Habana / no sabe si su hija /
que tuvo una nieta / que aún no ha conocido / sabrá que su madre /
murió de repente. Las autoridades no lo dejan salir…”.
(…)
“¿Ha valido la pena? / Pregunto, no sé /
¿Ha valido la pena? / Respondo, no sé”.
¿Saben quien canta estos versos?. ¿Saben donde los canta?. ¿Acaso un contra revolucionario?. ¿Acaso un exiliado en la calle 8 de Miami?. Para sorpresa de aquellos que con ingenuidad o fanatismo irracional y contra toda evidencia aún creen que Cuba es “el Mar de la Felicidad”, la canción es de la mas reciente producción de Pablo Milanés y la cantó en un concierto el 26 de Diciembre pasado (2006) en el teatro Mella en el barrio habanero El Vedado. “Libertad y cambio” era el lema del evento y según cuentan los cronistas de la prensa internacional que allá estaban, “el teatro se vino abajo” de aplausos y ovaciones cuando el cantautor terminó su canción “Dos preguntas de un día”.
Ya estaba retirado Fidel aunque tratando de torpedear los cambios. Ya Raúl había hablado el 26 de julio previo de los cambios necesarios en su país, de “las prohibiciones y medidas legales que han sido superadas por la vida”. Y anunció que “se pondrá la tierra en manos de quien produce con eficiencia”, es decir la propiedad privada. Con apenas un año en eso, la producción agrícola aumentó y las granjas privadas aportaban el 80% de los alimentos.
En esa columna, relaté otro episodio que registraron los periodistas corresponsales de la prensa europea acreditados en la Isla. Fue la proyección del filme alemán “La Vida de los Otros”. Esto escribí: “¡Que abran… que abran…que abran!”,gritaba la multitud agolpada a las puertas de la enorme sala de cine Acapulco en La Habana, de 1.200 asientos para ver el estreno de la película “La Vida de los Otros”, basada en la historia negra de la vida de los alemanes orientales bajo el régimen de la Stasi, la siniestra policía política del desaparecido régimen comunista de la RDA. Por vez primera en 50 años, los cubanos tienen la oportunidad de conocer un filme que no oculta la verdad de aquel terror. Los cubanos, caribeños y “jodedores” como siguen siendo pese a la “disciplina” comunista, dicen que el filme se llama: “La Vida de Nosotros”, porque saben que la Stasi de allá es el G2 y el “MinInt” de ellos, así como los Comités de Defensa de la Revolución (los sapos de cada calle y cada cuadra), junto a los cabilleros de las “Brigadas de Acción Rápida” que golpean a los que manifiestan o reclaman.
Tuvieron aquella noche que hacer tres funciones en lugar de las dos habituales para dar cabida al gentío que pugnaba por verla y al que se le permitió sentarse hasta en los pasillos, aunque la proyección fue silenciada en todos los medios de comunicación de la Isla y se difundió solo por “radio Bemba” y como parte de un festival de cine alemán. Cuentan quienes estaban allí que al final las lágrimas, el llanto y los aplausos transformados en ovaciones se mezclaron al concluir cada función.
Hoy, nueve años después de aquellos hechos y aquella crónica en P&C, Barack Obama y Raúl Castro están restableciendo relaciones diplomáticas. Hay un atisbo de libertad de empresa dentro de Cuba. Los cubanos pueden salir del país y volver a entrar. Ya las Navidades no están prohibidas y Castro le pide audiencia al Papa. Falta mucho, pero los cambios son inevitables. La gerontocracia gobernante no podrá, físicamente, mantener el poder por muchos años. Por cierto, un detallito, ¿saben quien era el oficial a cargo de la KGB soviética en Berlín Oriental, para mantener control sobre la brutal Stasi cuando cayó el Muro?. Un teniente coronel de nombre Vladimir Putin. ¿Les suena?. Hay un relato y testimonio sobre su rol en esos días. Búsquenlo. “Googleen”.