Siempre me ha parecido aburrido el ceremonial propio de las premiaciones. A pesar de la afición por el cine nunca he visto la entrega de los Oscar completa, ni la de los Globos de Oro. Lo mismo con los Goya o los Grammy, aunque en los últimos años venezolanos han sido nominados y galardonados. En nuestro país se conocen los ganadores de los Nobel, en la medida que se anuncian, pero no se transmite la ceremonia de entrega, supongo porque no poseen el rating de los otros, de ellos el más difundido fue el otorgado a Gabriel García Márquez quien lo recibió trajeado de liki liki y pronunció su famoso discurso: “La Soledad de América Latina” siendo ampliamente difundido por los medios venezolanos.
Las únicas ceremonias de premiación a las que asistí complacido fueron las escolares, y comparecía no solo por cumplir con nuestro deber paterno. Las deportivas tenían la virtud de ser breves, no así los actos inaugurales de los campeonatos del béisbol menor. Los de “bandas secas” eran totalmente distintos, el otorgamiento de medallas y los ascensos jerárquicos requerían permanecer sentados por más de tres horas mientras se desarrollaba el extenso ritual.
El miércoles pasado hice una excepción con motivo de la premios Ortega y Gasset otorgados por el diario El País, a primera hora de la tarde nos dispusimos a seguir la transmisión en vivo por internet, ya que ningún canal venezolano lo trasmitió y muy pocos medios nacionales lo reseñaron. Operó en Venezuela nuevamente el cerco mediático, la censura y la autocensura. La prensa internacional lo cubrió dándole la importancia y trascendencia merecida al acto.
Coincido con muchos amigos que, al conocer los premios, destacaron la significación del otorgado a Tal Cual, asediado por el régimen a través de la persecución judicial , las multas, inspecciones, y la presión a los anunciantes y empleando todo tipo de artilugio para tratar de impedir que siga hablando como lo indica su slogan: “Claro y Raspao”. Objetivo que no han logrado ni lograrán. Recientemente, con la edición aniversario se regularizó el semanario impreso, manteniendo la frecuencia diaria en el medio digital. Igualmente subrayaron que el veredicto del jurado -por unanimidad- destacara la trayectoria y evolución de Teodoro como símbolo de la resistencia democrática.
Decidí escribir después de ver la premiación porque no era difícil imaginar, siendo Felipe González quien recibiría el premio, dada la imposibilidad de Teodoro de viajar a Madrid por la prohibición de salida del país, le concedería al acto especial connotación. Si le añadimos el hecho -no lo sabíamos antes- que el orador de orden sería Mario Vargas Llosa, el evento cobraría trascendencia y repercusión mundial, lo que efectivamente sucedió. Los discursos pronunciados por ambos personajes resaltaron merecidamente el recorrido vital de Teodoro, su lucidez, coraje, capacidad autocrítica, disposición para la acción y voluntad democrática.
Somos testigo de la evolución del pensamiento, del proceso de rectificación de Teodoro y de su capacidad para actuar durante varias décadas. Aún recuerdo, después de la fuga del San Carlos, se me encargó “montar ” una reunión con una parte del aparato clandestino de la juventud para prepararnos a actuar en la futura legalidad, donde asistiría “El Catire”. Eso no fue informado a todos los participantes, solo dijimos que un miembro del Buró Político participaría sin decir quien. Adoptamos todas las medidas de seguridad del caso. Le pedí la casa a un compañero ya fallecido, quien cometió el error de no participarle a su esposa las características de la reunión, ya que él no participaría. Como estaba previsto Quintín, no recuerdo si aún utilizaba ese seudónimo, fue el último en llegar, con sombrero, pelo teñido y camuflaje. Cuando estábamos a punto de comenzar se presentó la dueña y al ver un grupo numeroso y desconocido le entró una crisis de nervios y alarmada me interpeló. Tuvimos que suspender la reunión y organizar la salida, Teodoro fue el primero en hacerlo, de acuerdo a las normas de seguridad, y me quedé calmando a la camarada conocida pues habíamos militado en el mismo liceo. Tiempo después se efectuó la reunión sin imponderables.
A partir de esta anécdota vivimos intensamente el debate en el seno del PCV que dio origen al MAS, solo tuvimos en común con “Los Premios”, la novela de Cortázar, el “embarcarnos” en un mismo proyecto de la izquierda democrática, entre encuentros y desencuentros, durante todo ese tiempo cultivamos una entrañable amistad en las “malas y las buenas”. Cuando el MAS apoyó a Chávez pronunció la frase premonitoria “los espero en la bajadita”, luego nos informó su disposición a renunciar a la organización que había contribuido decisivamente a fundar, lo haría con una escueta esquela “de dos líneas”, afirmó, y así lo hizo. Al tiempo descubrió la pasión por el periodismo a partir de la dirección de El Mundo. Cuando salió de ese rotativo se apoderó de él la idea de fundar un diario, realizó muchas conversaciones, sorteó variadas vicisitudes, surgiendo al fin Tal Cual con aquel titular impactante “Hola Hugo”. Por todo ello hoy también quiero testimoniar mi reconocimiento, complacencia y satisfacción por el premio al compañero y amigo de siempre.