2. Los dos principales partidos según las primarias del 17 de mayo, Primero Justicia y Voluntad Popular, tienen una encarnizada lucha. Hay que alejar, conjurar, evitar que esas organizaciones compitan entre sí para sacar más votos una que la otra. Si hay tarjetas separadas el choque es inevitable. Sus principales líderes Capriles y López apuran el paso para convertirse en candidatos presidenciales. Candidaturas por cierto que tendrían poco valor si perdemos las parlamentarias. De manera que PJ y VP están obligados, si quieren sobrevivir, y tener candidato presidencial, al máximo esfuerzo, bien sea para sacar más votos con sus propias tarjetas o más curules si hay tarjeta única. Léase bien: si va cada quien con su tarjeta mucho del esfuerzo será canibalizado. Los mismos votantes opositores perseguidos insaciablemente por esos modernos rivales. Los justicieros esgañotizándose para sacar más votos que los “voluntarios” y viceversa. La lucha, la campaña, el esfuerzo se verá alterado por esa lucha particular que viene de vieja data. Lucha mellizal. Por el contrario, si vamos con tarjeta única, ambos partidos, que tienen más recursos que el resto, concentrarían seguramente sus mejores estrategias e iniciativas para lograr que sus militantes y afiliados candidatos a diputados salgan electos, pero tal esfuerzo redundaría en beneficio de todos los candidatos representantes de la tarjeta única. Sería suicida pensar que PJ o VP incluyan dentro de sus tácticas y objetivos que los candidatos de su rival interno sean derrotados por el PSUV. Esa estupidez la damos por descontada. Una conjetura falsa de toda falsedad.
3. Resulta igualmente una paradoja admitir siquiera que existirá una sana competencia, altamente deseable, entre los partidos políticos opositores en el caso que vayan con tarjetas particulares según los argumentos que andan rodando por las redes, los mismos que dicen que si vamos con la única desparecerán los incentivos para lograr la victoria contra el PSUV. Supuestamente de esa manera, con la una sola tarjeta, los partidos democráticos se dejarían llevar por la corriente. Como unos camarones. Practicarían la flojera y el adocenamiento. Cuando se disputa un cargo en unas elecciones primarias es natural que los competidores lo hagan con su propia tarjeta, ahora, cuando se disputa una gobernación, una diputación o una alcaldía se trata de un enfrentamiento, en este caso vital, decisivo entre el gobierno y la oposición. No es verdad ni lo será nunca que la batalla, ya de larga data, 16 años, entre el gobierno y la oposición modifique su ritmo, su intensidad dependiendo si hay tarjeta única o tarjetas variadas. ¿De dónde sale esa peregrina idea? Cuando la lucha, como en este caso es a muerte, me refiero a que quien pierda tiene el futuro comprometido.. Los incentivos por subsistir políticamente son lo suficientemente importantes como para hacerlos depender no del mayor y unificado esfuerzo sino del modelo de tarjeta que se adopte, una o varias. Cuando dos partidos como PJ y VP concurren a una elección contra el PSUV, suponiendo que lo hagan con tarjetas separadas, su inercia, su historia, su conducta los obligará a diferenciarse para lograr superar al rival interno. Tal diferenciación no es posible encerrarla dentro de una campaña publicitaria que solo destaque las virtudes y bondades de cada tolda y tarde o temprano aparecerán roces, enfrentamientos y una vez que se presenten no se podrán contener y las posibilidades de victoria se irán largo a la porra. Cortar por lo sano es profiláctico.
4. La suma de todos los partidos opositores no llega a 20% de la población electoral, mientras que la intención de voto, o vista al revés, el descontento con el gobierno pasa fácilmente de 80%., de donde concluimos que hay 60% de votantes que estando furiosos con el gobierno no se identifican con ninguno de los partidos políticos del arcoíris opositor. Son sectores independientes, provenientes mayormente del descontento chavista, así que, ofreciéndoles una tarjeta única seguramente se sentirán más cómodos, menos criticables que invitándolos a votar por una oposición dividida en tarjetas, donde los mensajes tenderán a particularizarse y hasta enfrentarse. Recuerden todos que la ruptura de un votante con su partido es un proceso complejo y difícil. Los chavistas no se desprenden fácilmente del espectro gubernamental, y mucho menos si la oferta de cambio representa a su archienemigo. Hay presente un problema de ruptura emocional.
5. El principal atractivo, fortaleza y consigna de la fuerza opositora es la unidad. Las primarias y el consenso fueron hechos para asegurar la unidad. Para garantizar el esfuerzo común. Para ratificar los compromisos como oposición. (Por cierto fue muy acertada la combinación de primarias y consenso, si todos los cargos hubiesen sido por primarias PJ y VP seguramente se habrían alzado con más de 80% de los curules). La MUD con sus bondades y defectos, dimes y diretes, es claro ejemplo de la importancia de la unidad. Tenemos años entendiendo y defendiendo las ventajas de la unidad. Así que hablar de unidad, de victoria opositora, de candidatos únicos a todos los cargos parlamentarios para luego aparecer con varias tarjetas no resulta nada lógico, es una contradicción que afectará la votación y que le permitirá al gobierno, con su paquidermo sistema de propaganda y con todos los recursos del Estado desarrollar una contra-campaña demoledora dibujando a la oposición como un amorfo cuerpo donde cada partido expresa sus propios y mezquinos intereses.
6. Los millones de votantes que no se identifican con ninguna de las siglas opositoras y que por años han visto a la oposición como un saco da gatos peleándose entre ellos mismos, no tendrán ningún atractivo especial por el cual votar, si en lugar de ofrecerles un camino único, una tarjeta única, un proceso unitario, una sola voluntad nos presentamos con una clineja de tarjetas, donde el partido más importante, por ahora, Primero Justicia no llega a 10% del registro electoral.
6. Dicen los defensores de la “división tarjetérica” que muchos partidos no se quieren contar y tratan de esconderse detrás de la tarjeta única. ¿Qué importancia tiene ese hecho frente a la colosal tarea de ganarle al PSUV? Si quieren la única por ese hecho y no para garantizar la victoria, pues bienvenidos los furtivos, los escondidos, los secretos. Finalmente, otros dicen, muy avispados ellos, que si los partidos no llevan sus propias tarjetas perderán su registro electoral. ¿Who cares?Ya habrá tiempo para registrarse nuevamente. Para lo que no hay chance es para recuperarse si perdemos. Tres últimos comentarios. De alguna manera estas primarias revelaron quienes son los partidos de mayor arraigo en Venezuela. Se formó un cierto orden que encabeza PJ y lo sigue VP. Varios mitos y tradiciones político-familiares redujeron drásticamente su presencia en Carabobo y Nueva Esparta. En materia de fondos y aportes para la campaña, si se fuera con tarjetas separadas, serían pues PJ y VP los partidos que acapararían las colaboraciones creándose un nuevo y amenazante desequilibrio, mientras que con tarjeta única sería lógico un Comando de Campaña único y consecuencialmente una campaña única. Y terminando, si fuera cierto que los partidos solo harán su máximo esfuerzo si la convocatoria es para votar por su propia tarjeta disputándose el mismo público elector y no afianzando la unidad, no deja de ser una señal alarmante. Si perdemos las parlamentarias por culpa de una campaña dividida en mensajes y en tarjetas, las siglas de los partidos opositores no valdrán medio. Bueno con la crisis de papel higiénico, a lo mejor descubrimos una oculta utilidad.
@ssemtei