La capacidad de recordar hechos concretos se deteriora con la edad, pero no los demás tipos de memoria por lo que su pérdida en las personas mayores es menor de lo que se creía, según un estudio universitario.
La investigación, realizada por Wilma Koutstaal (Universidad de Minnesota, EE.UU.) y Alaitz Aizpurua (de la Universidad del País Vasco UPV/EHU, España), concluye que los mayores recuerdan menos detalles específicos que los jóvenes, y, en general, tanto unos como otros conservan mejor las informaciones concretas de los hechos vividos que las abstractas.
La principal diferencia estriba en la capacidad de recordar los hechos más remotos: los jóvenes los recuerdan mejor, según este estudio.
Aizpurua, profesora de la UPV, asegura que “no es del todo cierta la extendida creencia de que al llegar a la vejez la memoria se deteriora” y cita investigaciones neuropsicológicas y otros estudios que demuestran que la pérdida cognitiva comienza a los 20 años, pero que apenas se percibe porque “las personas cuentan con la suficiente capacidad para hacer frente a las necesidades de la vida cotidiana”.
“Dicha pérdida es más perceptible entre los 45 y los 49 años, y general a partir de los 75, aproximadamente”, recalca.
El deterioro no suele ser ni uniforme ni general, porque algunos tipos de memoria lo sufren más que otros.
Por ejemplo, en la vejez, el deterioro aparece en la memoria episódica, la que conserva los recuerdos detallados, pero no en la semántica y en la procedimental que se mantienen y, en algunos casos, incluso mejoran.
“La memoria procedimental es la de las habilidades, la que necesitamos para hacer las cosas, para conducir, por ejemplo, que, por lo general, se mantiene también durante la vejez”, añade.
La memoria semántica, por su parte, está relacionada con el lenguaje, con el significado de los conceptos y con los hechos repetitivos.
En el experimento realizado para la investigación, se pidió a los participantes que recordaran tres hechos de su vida personal: algo acaecido el último año (salvo el último mes), algo acaecido el último mes (salvo la última semana) y algo acaecido la última semana (salvo el último día).
Las autoras de la investigación detectaron ciertas lagunas en las mediciones de la memoria autobiográfica que se hacían hasta ahora.
“Se preguntaba a mayores y a jóvenes por hechos acaecidos en un momento determinado (el mismo para ambos), pero para los adultos mayores era mucho mayor el intervalo de tiempo transcurrido desde dicho suceso”, explica.
Si a un adulto joven se le pregunta por un acontecimiento de su infancia, deberá retroceder entre 10 y 15 años, pero un adulto mayor, en cambio, 40 años, o más, subraya Aizpurua.
Al cambiar el método de análisis, las dos investigadoras no detectaron diferencias apreciables en los recuerdos del último mes y de la última semana, y los adultos mayores fueron tan capaces como los adultos jóvenes de aportar detalles episódicos relacionados con los hechos. EFE