Este término fue puesto de moda por el filósofo italiano M. Bovero profesor del Universidad de Turín de la escuela de Norberto Bobbio. Kakistocracia es el gobierno de los peores. Es el gobierno que reúne lo “malo” sórdido”, “sucio”, “vil”, “incapaz”, “innoble”, “perverso”, “nocivo”, “funesto”, y otras cosas semejantes.
El régimen chavista ha reunido todos los meritos para ser calificado como una kakistocracia. Porque ha logrado ensamblar con precisión todos los elementos negativos anteriormente mencionados. No se trata sólo de la ignorancia supina que muestran sus líderes sino la patanería gozosa con que la asumen, con desparpajo jaquetón, a lo que se le agrega el grado de malicia que conllevan sus acciones, el carácter cruel y la ejecución con saña de actos que ellos saben con plenitud de conciencia que lo son, pero aún así los realizan tratando de disfrazarlos de su contrario, lo hacemos por el bien del país, la salvación de la humanidad, del planeta y otras menudencias; pretende poner la moralidad al servicio de la inmoralidad.
Basta ver a un Ministro del trabajo pontificando sobre la injusta desigualdad salarial en el sector salud porque los médicos ganan más que los obreros que realizaban el trabajo de limpieza de las calles que son los verdaderos responsables de la salud. A un Ministro de Educación decir que a los pobres había que dejarlos en su pobreza porque de lo contrario no votarían más por el oficialismo. La ilustre candidata a diputada en las primarias del PSUV, que estimula a sembrar maticas de acetaminofen. Podemos llenar muchas páginas con estas demostraciones ominosas con que el chavismo nos ilustra día a día, pero creo que ha quedado suficientemente demostrado la desfachatez ignorante del socialismo del siglo XXI.
Sólo esta kakistocracia podía arruinar un país petrolero en el espacio de tiempo en que los precios del petróleo mostraron sus más elevados niveles históricos por 9 años consecutivos; lograron desaparecer una fortuna mucho mayor del billón de millones de dólares (billón español el de doce ceros), dejando un país en franco proceso hiperinflacionario con previsiones de que este 2015 cerrará entre 120% y 170% el aumento del nivel general de precios. Pero lo más creativo fue que lograron destruir la propia industria petrolera a PDVSA, una de las grandes multinacionales petroleras del siglo XX. Destruyeron el emporio industrial de Guayana, el sistema productivo público y privado, dilapidaron las Reservas Internacionales, hoy en menos de $17.000 millones. Han regresado los niveles de pobreza a niveles muy superiores a los de la República civil, hoy en el entorno del 55%. Han convertido de nuevo al hambre en un grave flagelo social, los más desamparados deben enfrentarse a demonios implacables: la escasez, desabastecimiento e hiperinflación en alimentos, una elevación vertiginosa de los niveles de desempleo e informalidad y desprotección social.
Las bandas delictivas se enseñorean sobre las urbanizaciones de los sectores más desfavorecidos, se han convertido en el azote de la clase media baja y de los sectores pobres; 231.562 homicidios en estos 16 años, sólo en el 2014 hubo 24.980 asesinatos; esto ocurre con total impunidad, que en nuestro país alcanza la asombrosa cifra de 97%, un verdadero record. Lo que nos convierte en uno de los países más violentos del mundo sin tener una guerra de ningún tipo. Estas bandas están mejor armados que los cuerpos de seguridad, que son asesinados a mansalva sin que esto produzca una respuesta oficial contundente. Las políticas implementadas son a la medida de estas bandas, como lo representa el caso emblemático de la implementación como política de estado de las llamadas zonas de paz, donde no pueden entrar los cuerpos policiales; con lo que la paz y la seguridad es para realizar todo tipo de fechorías sin ningún riesgo de ser alcanzados por la represión policial.
Sólo una derrota electoral contundente puede poner freno a la kakistocracia gobernante e iniciar un proceso de cambio que logre sacar al país de esta deriva hacia el colapso general.
@pedrovcastrog