Varguitas ha conocido la fama, la gloria, los aplausos y las buenas novelas. Tiene premios acumulados que no le caben en el curriculum. Fue el primero el alzarse con el Rómulo Gallegos. Don Rómulo que estaba chocho al momento del premio, le preguntó por qué el galardón no se lo habían dado a él. El día que se puso el frac para recibir el Nobel de manos del Rey de Suecia, ante la mirada rendida del mundo y las condesas escandinavas que lucieron sus tiaras, su discurso elogió la lectura, la ficción y a su esposa Patricia, “la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir”. Los acontecimientos que acusa la revista Hola, apuntan a que pese a su edad, el pícaro, travieso y convulsionado por la sensualidad Fonchito de sus novelas, el importunador de madrastras, ha decidido acompañarlo en sus recientes correrías.
Una nueva estrella se ha encargado de él. Fausto no tiene que pactar con Mefistófeles sino con la relumbrante vida de cocteles y paparazzis que lo aguardan tras las alfombras rojas. Falta saber si entre tantos agasajos, la dama de fortuna será capaz de regresarlo a los momentos estelares de la Casa Verde o Pantaleón o si los tiempos que corren son para la foto de portada y los trajines mundanos.
@kkrispin