Historia de dos “corralitos”: Grecia no es Argentina, para desgracia de los griegos

Historia de dos “corralitos”: Grecia no es Argentina, para desgracia de los griegos

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, en una rueda de prensa / Getty
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, en una rueda de prensa / Getty

 

Argentina tampoco podía devaluar su moneda y también tenía un gran gasto público

El apoyo político a Tsipras es superior al que tenían los gobiernos argentinos durante la crisis

El idioma griego aportó al mundo la palabra crisis. El español, en su variante argentina, aportó por su parte corralito. La globalización y los problemas económicos de la Eurozona han unido ambos términos. Cuando Atenas amaneció con un corralito en sus bancos, todos los recuerdos retrotrajeron al Buenos Aires de finales de 2001. Algo aupado por algunos premios Nobel de Economía como Joseph Stiglitz que invitaron a Alexis Tsipras a seguir el ejemplo del país latinoamericano cuando declaró default por no poder hacer frente a sus deudas.

En el año 2001, Argentina vivió una grave crisis que le obligó a declarar su default, dejando un descubierto al FMI, precisamente uno de los acreedores de la Grecia de Alexis Tsipras. Muchos datos de los dos países son comparables, más allá de la declaración del corralito, pero a pesar de las declaraciones de Stiglitz, hay factores que podrían ser diferentes.

Al igual que la Grecia que se encontró Alexis Tsipras a su llegada al poder, la Argentina de 2001 era un país donde el gasto público se encontraba totalmente disparado. Precisamente, una de las reclamaciones que se hacen al país heleno – reducción de este gasto y mayo recaudación fiscal – fueron algunas de las propuestas que hacía el ministro de Economía argentino Ricardo López Murphy, que duró sólo 15 días en el cargo en el mismo año en el que después de declararía el default. Su programa no fue muy bien recibido por los argentinos, lo que provocó su salida.

Además, no hay que olvidar de uno de los factores más importantes de la crisis del país latinoamericano: el peso convertible. En 2001, en Buenos Aires, un peso argentino equivalía a un dólar estadounidense. Algo que sirvió para frenar los problemas de inflación, pero que ligaba la economía argentina a la estadounidense, cuando una no tenía que ver nada con la otra.

Un factor que hacía que Argentina no mantuviese el control sobre su propia moneda, haciendo que no pudiera utilizarla para mejorar sus números. Algo similar a lo que le ocurre a Grecia, atada al euro y sin posibilidad de devaluarlo como si fuese un dracma.

El final del peso convertible

Al igual que en Argentina, el corralito griego es una medida que afecta especialmente a la clase media. Mientras que en Atenas se permiten sacar 60 euros diarios, en Buenos Aires la cantidad se reducía a 250 pesos (dólares) semanales. Esto provocó un retorno de capital a la economía de Buenos Aires, ya que muchos argentinos habían decidido tener cuentas en la vecina Uruguay, lo que provocó a su vez una crisis en el país vecino.

Este hecho se unió al final del peso convertible tras el default. El gobierno de Eduardo Duhalde fijó que cada dólar se convirtiese en un peso, y en los préstamos, un dólar se cambiase por 1,4 pesos. Esta situación provocó que los ahorros de las familias argentinas se esfumasen en cuanto comenzó la devaluación de la moneda.

Stiglitz ha defendido que Grecia siga el ejemplo de Argentina. “Después del default, Argentina empezó a crecer con una tasa del 8%, la segunda más alta del mundo después de China”. Sin embargo, este camino no fue de rosas, ya que el año después de declararse el default, la mitad de los argentinos vivían por debajo del umbral de la pobreza.

Las exportaciones argentinas

Un default de Grecia – cuya deuda es cifrada en 315.000 millones de euros -, supone el 180% del PIB. Por su parte, el argentino fue de 144.000 millones de dólares, pero sólo representaba una cantidad equivalente al 54% del PIB. Durante este tiempo la cantidad de deuda fue reduciéndose, pero en el año de la desaparición de la equivalencia entre peso y el dólar, la deuda llegó a ascender hasta el 142%. Grecia debería hacer frente a una situación más grave que la de Argentina sin tener acceso a los recursos naturales del país latinoamericano. Además, buena parte de la recuperación argentina se debió a la potencia de sus exportaciones agrícolas, que en aquellos años vivieron un boom, algo que queda descartado en Grecia.

Entre Argentina y Grecia también cabe destacar la diferencia entre el gasto militar. Grecia mantiene un elevado porcentaje de su presupuesto dedicado a esta partida ante sus tensiones con Turquía. Argentina, sin embargo, no tiene que hacer frente a una amenaza de ese calibre. De esta manera, el país europeo gasta un 2,2% del PIB y Argentina un 0,8, según datos del Banco Mundial.

Sin embargo, parece que Grecia ya pasó la peor racha de protestas sociales y aparentemente mantiene la confianza en el Gobierno. Una situación opuesta a la de Argentina, que vivió graves disturbios a raíz del corralito, provocando muertos y una oleada de desapego generalizado contra la clase política.

Grecia también cuenta con un factor diferente que no tenía Argentina en su momento: la Unión Europea. Aunque ni los acreedores, ni los deudores se hayan puesto de acuerdo en si este factor es negativo o positivo.

 

Vía ZoomNews

 

 

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