Las dos están pasando por un momento peculiar. Se han quedado, cerca de cumplir los 60, compuestas y sin novio, como quien dice. A la rubia, una de las más poderosas de Hollywood en la década de los 80, Antonio Banderas le supo poner el punto y final tras 18 años de matrimonio -algo que se veía venir desde hace tiempo-; y a la morena de este asunto, madre del clan de las Kardashian, su marido la fue abandonando de forma paulatina en pos de su verdadera identidad, la de la mujer que llevaba dentro el ex atleta Bruce Jenner.
Ese poderoso punto en común -entre otros varios- podría servir para explicar la proliferación de fotos de Melanie Grifitth y de Kris Jenner en Internet en las últimas semanas. Se han dado al selfie sin misericordia, como dos adolescentes en actitud infatiloide y con tendencia a la travesura y la risita fácil.
El último ejemplo lo dieron hace unos días en un evento en Anaheim, California, con motivo del 80 cumpleaños del Dalai Lama. Raudas y prestas acudieron a la cita para ver en vivo al líder espiritual asiático, aunque no les alcanzó el desparpajo ni el poder de su fama para acercarse y tomarse una foto con él.
En lugar de eso, Jenner, que ha mantenido el apellido de su marido pese al revuelo internacional que ha causado su cambio de sexo -ahora, ya saben, el ex decateleta olímpico se hace llamar Caitlyn Jenner-, optó por el selfie de soslayo con el gesto de sorpresa de Griffith y la cabeza pelada del Dalai de fondo, en la mesa contigua a la de ellas.
La imagen se fue a la cuenta de Instagram de la estadounidense nacida en San Diego, para deleite de sus más de 7 millones de seguidores, muchos de ellos ganados tras años de figurar en la pequeña pantalla con el reality show sobre su peculiar familia, Keeping Up With the Kardashians.
Desgracias comunes
Meses antes comenzaron la tendencia con otro selfie de unas de sus salidas nocturnas por Los Angeles y después de haberse tomado unas cuantas copas. Jenner la bautizó entonces como su nueva mejor amiga, aunque han tenido cercanía durante años.
Sus múltiples y diversas apariciones en público ha sido la carnaza perfecta para los medios sensacionalistas del país, que han gastado chorros de tinta especulando sobre el posible apoyo mutuo que se están dando ahora que han coincidido en un cúmulo de desgracias. Sentimentales en su mayoría, claro está.
De Griffith se ha hablado infinitamente más de los restos del tatuaje que se hizo cuando estaba locamente enamorada del actor malagueño, que de su ya casi inexistente carrera cinematográfica. Aún así, los paparazzi la persiguen a todas partes, al gimnasio, cuando sale a comprar café o cuando vuelve de vacaciones de México con su hija, Dakota Johnson, la protagonista de la tórrida saga erótica Cincuenta sombras de Grey.
Aún así,la hija de Tippi Hedren ha procurado mantener un perfil bajo con respecto a los medios desde que separó de Banderas hace ya más de un año, sin hablar mucho al respecto salvo para señalar que siguen siendo buenos amigos y que el divorcio del actor español fue un trago difícil de digerir.
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