Víctor Simone de la Cruz: La cultura malandra

Víctor Simone de la Cruz: La cultura malandra

ThumbnailVictorSimoneDeLaCruzEn su extraordinaria crónica El poder y la torre, publicado en Prodavinci el 28 de enero de 2013, Jon Lee Anderson recoge las palabras de un pran quien afirmó lo siguiente: “Este gobierno ha sido más permisivo: los gobiernos anteriores eran más represivos”, dijo. “Y así, la cultura malandra ha crecido y ha migrado de las cárceles hacia las escuelas, las universidades y las calles. Se ha convertido en una cultura nacional”  Que lo diga un hombre que estuvo preso durante muchos años, perfecto conocedor de esa cultura, tiene mucho peso, al creer que no hay diferencia entre cómo se vive en las cárceles y como transcurre la vida fuera de ellas.  Otro logro  Hecho en Socialismo.

Porqué de eso se trata, en diez y seis años, quienes nos gobiernan  hicieron con las cárceles lo que han hecho con todo a lo que le ponen la mano encima.  Las encontraron funcionando, con múltiples fallas, pero con los presos que actuaban y vivían bajo el ordenamiento legal de la República, no bajo las leyes de los pranes que hoy rigen esos recintos. Había chuzos, no fusiles y granadas.  Había muertos, no masacres.  Los cadáveres salían enteros, no desmembrados.  Los domingos eran destinados a la visita familiar que incluía niños y abuelitas, contrario a lo que hoy ocurre, cuando se convirtieron en el segundo día de la megarumba con música en vivo, prostitutas, caña y drogas.

Gracias a un informe elaborado por un famoso penalista, que circuló en las redes sociales, nos enteramos que en Venezuela hay aproximadamente 16.000 bandas con 70.000 miembros.  Estos últimos únicamente representan el .0023% de la población.  Una cantidad ínfima comparada con el total de los que sobrevivimos en este país que tanto amamos.   Nuestro problema es que esos individuos son depredadores que nos asechan, que planifican cuidadosamente sus acciones, que utilizan la tecnología más moderna para comunicarse entre sí, que cuentan con armamento de guerra, que actúan con total impunidad, que no respetan ninguna norma y a pesar de todo eso, son tratados por el régimen como si fuesen enfermos, deformados por la cruel sociedad, con derecho a ser llamados “buenandros” o “privados de libertad”.





Curiosa compasión socialista hacia los delincuentes que contrasta grotescamente como el gobierno trata a la disidencia.  La ONU, la CE, Human Rights Watch, y muchos otros organismos  han condenado la violación de los derechos humanos de los venezolanos que se oponen al Régimen; violaciones demasiado dolorosas para listarlas.  Y mientras utilizan todas las instituciones del estado para aplastar a los que piensan diferente, un ministro almuerza con el Picure y negocia  las Zonas de Paz con malandros que se carcajean de él ante su propuesta de que cambien sus armas por electrodomésticos.

Hay quienes sospechan que el auge de la cultura malandra no ha sido accidental si no  que obedece a una política de estado para controlar a la población.  De no haberlo hecho ex profeso, sobran los indicios que probarían esa teoría, basta con recordar que los Círculos Bolivarianos, precursores de los colectivos de hoy, fueron armados por el Galáctico en los primeros años de su gobierno.  Igualmente, son muchos los funcionarios que en vez de currículos, exhiben prontuarios policiales.  La degradación del idioma, convertido en lenguaje cuartelario y soez,  también se lo debemos a él quien lo puso de moda en su programa Aló Presidente.  Y last, but not least, el saqueo que hicieron contra la República cuando, con la codicia del delincuente, le entraron a saco al tesoro nacional.   Muy mal ejemplo para la moral pública, especialmente para los malandros, quienes hacen lo mismo al robarnos nuestro dinero y pertenencias.

Por otra parte es común que los  malandros actúen con total impunidad y desfachatez como lo hacen cuando acompañan a un cortejo fúnebre que se dirige al cementerio.  Los ciudadanos se aterran cuando se topan con una de esas caravanas de motorizados quienes disparan al aire, obstruyen el tráfico y asaltan a los ocupantes de los carros que han detenido, atracan  los  negocios que no logran bajar la santamaría a tiempo y asesinan, como lo hicieron con la mujer embarazada y el hombre que la acompañaba, cuando bajaban por Tazón, camino a la consulta con el obstetra; y el padre de la mujer,   apurado por llegar a la hora, se le ocurrió adelantar con su camioneta al grupo de delincuentes. Literalmente tanto la mujer como el hombre murieron acribillados y el padre resultó herido de gravedad.

Pero el monstruo creado por el Régimen también los está tocando a ellos.  Con demasiada frecuencia nos enteramos del asesinato de policías, de militares, de guardaespaldas y familiares de personeros del gobierno.  Para vergüenza nuestra también han sido secuestrados y heridos diplomáticos extranjeros cuyas embajadas han instruido a su personal como actuar para evitar ser blanco del delito.   Cada día el hampa se vuelve más osada y  han constituido bandas que actúan  en todos los barrios de Caracas que han sido declaradas Zonas de Paz.  El interior tampoco se salva ya que operan megabandas de más de 100 miembros dotados de armas de guerra, como  las del Picure y el Juvenal, que se mueven por las carreteras en modernos vehículos 4 x 4, secuestrando personas y camiones que movilizan carga, asaltando hatos, tomando pueblos.

No hace falta ser sociólogo para saber que nosotros nunca hemos sido ciudadanos de una conducta ética intachable, pero a pesar de ello, cuando viajamos al exterior nos caracterizamos por ser personas que acatamos las leyes.  Un buen ejemplo son los venezolanos que residen en el estado de la Florida, quienes se vanaglorian de ocupar el primer lugar entre los latinoamericanos con mejor conducta.  Igualmente, antes de la llegada de la peste socialista/militarista existía lo que llamábamos la cultura del Metro, cuando en nuestro subterráneo nos comportábamos como si fuésemos suizos.    Con esos antecedentes, podríamos inferir que no es por ignorancia o por falta de principios que no sabemos cómo comportarnos y que la mala conducta obedece a otras razones.

Los años que hemos vivido bajo este Régimen han sido muy duros para la población venezolana, especialmente para los que nos oponemos a él.  Hemos sido derrotados, humillados, estigmatizados, pero nunca vencidos.  Y afortunadamente nos llegó el momento de arrebatarles el poder a estos delincuentes para acabar con la cultura malandra.   Todo está a nuestro favor. Pero para lograr la victoria hay que conformar una matriz invencible, constituida por cada uno de nosotros que iremos a votar con la fe en que la victoria es nuestra.   En necesario que reflexionemos sobre quien se beneficia cuando atacamos a la MUD, o cuando algunos llaman a no acudir a las elecciones del 6D, o cuando nos lamentamos porque nos van a hacer trampas, o cuando decimos que no van a entregar el poder pacíficamente, o cualquier otra excusa para justificar nuestra falta de fe en la victoria.  A las batallas no se acude pensando que se va a perder, y esta elección es nuestra gran batalla.