Los sufragios nacionales que llevaron al poder a Alexis Tsipras, Hasán Rouhani y Nicolás Maduro, cambiaron el rumbo de sus naciones, terminando en diferentes grados de destrucción de la soberanía nacional. El accionar de los populistas Tsipras y Maduro ha resultado nefasto para sus pueblos. Las políticas de Rouhani, en cambio, salvaron a Irán de la ruina del populismo islámico.
1. Grecia y el Tigre de papel
El presidente Alexis Tsipras es responsable de cuatro graves irresponsabilidades políticas y de una ética:
1. desafiar a la bestia financiera global con una política aventurera, sin preparación ni sustento real;
2. creer, con la mayoría de su círculo interno, en la decencia de las democracias-clases dominantes europeas, particularmente en los herederos económicos de Hitler (Merkel, Schaeuble) que controlan Europa;
3. movilizar de manera populísta al pueblo, tan sólo para traicionarlo en el momento decisivo;
4. no renunciar a tiempo al cargo, ante el fracaso de su aventurerismo. Finalmente, para que un proyecto de transformación sea ético tiene que tener una probabilidad razonable de ser viable. Pero, Tsipras tampoco cumplió con este precepto del realismo ético.
La presunción de la cúpula de Syriza de que trataba con un tigre de papel, chocó violentamente con la realidad del régimen oligárquico de Europa, es decir, con el Eurogroup. El Eurogroup es, esencialmente, el consejo de administración del imperialismo alemán para gobernar desde suFuehrerbunker (fortaleza de Hitler) a la eurozona. El Eurogroup no tiene personería constitucional europea, ni legitimidad democrática alguna. Es decir, constitucionalmente no existe. Pero, esto es irrelevante en el mundo real donde, como recordaba Bismark, no cuentan las buenas intenciones, sino el poder real. Frente a este poder real, el voto del 60 por ciento del pueblo griego contra los programas de austeridad no valieron nada. Eran un estorbo democrático-popular, nada más. De ahí, que desafiar al capital financiero europeo sin aliados internacionales; sin un Plan B alternativo; sin haber preparado al país para una guerra económica real y con un equipo iluso que cayó víctima total de las tácticas dilatorias del Eurogroup, sólo pudo terminar en la capitulación neoliberal incondicional.
2. Irán se salva del populismo islámico y holocausto nuclear
Cuando Hasán Rouhani ganó las elecciones iraníes con más del 50% de los votos en 2013, terminaron ocho años de oscurantismo y populismo “antiimperialista” del radical islámico Ahmadineyad, que habían aislado por completo al país; manteniéndolo al borde de la extinción nuclear por parte del neofascismo anglo-israelí. Con Rouhani terminó el período Maduro-Cabello-Tsipras de diletantismo político en Irán. Pese a una economía en ruinas por la real guerra económica de Occidente, Rouhani logró con sagaz y habilidosa política exterior –que no existe en la torpe diplomacia artesanal venezolana– dividir al eje neofascista de Arabia Saudita, Israel, algunos Estados del Golfo y el imperialismo estadounidense, para impedir el Armagedón nuclear. El precio que tuvo que pagar por el rescate fue la renuncia a la soberanía nuclear. Sin embargo, Teherán no tuvo que someterse a las condiciones de “capitulación incondicional” y humillación de Grecia –ni las semejantes que tendrá que aceptar Venezuela en el futuro– porque estaba adecuadamente preparada para la guerra y para la paz. Y a diferencia de la gran derrota desmoralizante de Grecia, en la merma de su soberanía nacional, el león de Irán cayó heroicamente arrastrando consigo a los neofascistas globales, demostrando la falsedad de sus premisas de operación: la supuesta omnipotencia y el excepcionalismo del poder imperial gringo-israelí.
3. Venezuela necesita un Rouhani
De los tres países en cuestión, Venezuela tenía las mejores condiciones para asegurar un futuro airoso. Hoy día se encamina hacia un desenlace terminal más catastrófico y neocolonial que el de Grecia, o el airoso Irán. Al levantarse las sanciones financieras (más de $100 mil millones “congelados”) y energéticas, Irán saldrá rápidamente de la “sala de emergencia” económica para disfrutar un fuerte boom de crecimiento. Grecia, en cambio, recibirá probablemente el apoyo de Obama, vía el FMI (Christine Lagarde), contra los financieros neonazis alemanes. Porque a Washington no le conviene que el imperialismo alemán retome el control directo de Europa. Esa fricción intra-imperialista podría resultar en un quite considerable de la deuda griega.
En el caso de Venezuela, la crisis económica y social que se viene, será peor que en Grecia e Irán. Porque, al igual que Grecia, tiene un gobierno inepto, incapaz de negociar cualquier cosa o establecer cualquier alianza internacional significativa. La tan cacareada Patria Bolivariana (Grande, UNASUR, Mercosur etc.) brilla por su ausencia en la política internacional y toda su política reciente evidencia, que ya se ha acobardada ante Washington. No se atreve a participar activamente en la gran Entente sino-rusa, la única alternativa al imperialismo occidental, y en la rebelión de Grecia ha sido un espectador desde las gradas. Ante tal la situación, Venezuela, al igual que Irán, sólo podrá salvarse de una calamidad terrible, después de elegir un nuevo gobierno. Lo trágico es, que si el colapso viene antes, quedará como un barco sin dirección ni rumbo – en medio de un huracán.