A pesar de la anterior advertencia, no vacilábamos en calificar como históricos -en toda su acepción- los acuerdos alcanzados en la Mesa de la Unidad Democrática. Más allá de la polémica que siempre suscitó el pacto de Punto Fijo, es indudable que mereció tal distinción. En España, fue decisivo para el tránsito a la democracia los acuerdos de la Moncloa. Algunos cronistas han intentando establecer semejanzas entre las circunstancias históricas ( de nuevo el calificativo) que conllevaron a los pactos de Caracas y Madrid.
Más recientemente- a finales del pasado año- leí en el diario El País, un artículo donde se señalaba como una de las causas del avance de Podemos, su irrupción en la escena política española, el agotamiento del Pacto de la Moncloa; comparándola con la consunción del pacto de Punto Fijo, dando origen al régimen que hoy padecemos los venezolanos.
El oficialismo con su jerga característica dignifica algunos vocablos -con todo respeto por los damnificados- y sataniza otras palabras. Por cierto, siempre he rechazado la propensión de asumir la codificación de la retórica gubernamental en nuestro lenguaje habitual. Ello supone también admitir -aunque inconscientemente-sus contenidos y valores.
Una de las expresiones mas demonizada es la de “Transición”, el DRAE en una de sus acepciones la define como: “Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto” . La bibliografía política es amplísima en el análisis de las más diversas transiciones a lo largo de la historia. De manera insólita la palabra pacto o acuerdo se ha demonizado, incluso por parte de importantes sectores sociales.
Calificamos de históricos los acuerdos de la MUD porque más allá de la tarjeta única, está el comando y la campaña unitaria. La decisión de conformar una sola fracción parlamentaria, al lado de definir una conducta en la Asamblea Nacional que respete a las minorías y rescate el ejercicio democrático de esa institución para colocarla al servicio de los intereses generales del país. El anuncio que la renovación de los cargos vacantes en el CNE y el TSJ se harán cumpliendo estrictamente con lo establecido en la Constitución y las leyes.
A los acuerdos le concede la connotación de históricos la definición de una estrategia común, el seleccionar unitariamente la metodología para alcanzar el cambio político, por supuesto en la ruta Constitucional y democrática, desechando la acción unilateral o parcial.
El “compromiso histórico”, tal como denominó Enrico Berlinguer, por los años 70 en la propuesta de producir el encuentro entre las fuerzas políticas fundamentales de Italia para superar la crisis de aquellos tiempos en ese país. En nuestro caso el compromiso histórico puede ser la transición (no aceptando la proscripción de la palabra) democrática para conquistar el cambio político y lograr un Gobierno de Unidad Nacional.
Ahora cuando mencionó a Berlinguer a propósito de estos compromisos, recuerdo la intervención de su hermano Giovanni -prestigioso médico y dirigente político- en el otoño del 2001 en Pessaro el bello pueblo al norte de Italia, donde se celebró el II congreso de los Demócratas de Izquierda, donde Giovanni Berlinguer como candidato a la Secretaria General de esa organización, pronunció un brillante discurso. Palabras más, palabras menos señaló: “hablando desde la tierra de Rossini” destacó la importancia de la armonía y la conveniencia de evitar notas disonantes en los aspectos claves del concierto.
En temas de suma entidad nuestro compromiso persigue la asonancia de los diferentes intérpretes que conforman la unidad democrática, superando contingencias del pasado. Por esas razones pese a la advertencia mencionada al inicio, no hemos eludir darle la connotación que a menudo se emplea para cosas intrascendentes. Un encuentro de fuerzas sociales y políticas, más allá de los partidos que hoy conforman la MUD, una unidad superior capaz de conformar un gobierno de Unidad Nacional, para superar la crisis actual constituye indubitablemente un verdadero compromiso histórico.