Como si buscase un tesoro, Wilmer Manzanilla caminaba apresurado bordeando los obstáculos, un paso en falso y posiblemente hubiese quedado frente a un sarcófago o ante la osamenta de esos que dicen que se encuentran en “el más allá”, reseña Diario Los Andes.
“Aquí se ve puede ver la ropa del que estaba en esta urna”, dijo sin mayor reparo y luego caminó al lugar donde debía estar la prueba más visible del detrimento del cementerio del municipio San Rafael de Carvajal, aunque la búsqueda fue infructuosa, “lo taparon, le echaron cemento, aquí se podía ver hasta hace poco el cráneo de una persona”.
Manzanilla denunció lo que para él es un grave problema de urbanismo que posee el municipio, “porque aquí en Carvajal ya no hay donde echar los muertos, a menos que tengas un panteón guardado en el cementerio, pero es difícil porque hace años que esto está colapsado”.
Quizás menos dramático en comparación con el camposanto de Valera, en el caso de Carvajal también es palpable el deterioro del lugar, algunas fosas carecen de tapas de concreto “porque se las roban para revenderlas”, las cruces yacen en el suelo, la maleza parece dominar el lugar e impide el acceso a algunos espacios -aunque el ecónomo del cementerio aseguró que la Alcaldía Municipal de vez en cuando manda a limpiar- y los usuarios le temen a la inseguridad.
En 1995 Manzanilla, en calidad de presidente de la Junta Parroquial para la fecha, advirtió sobre el colapso de la necrópolis en Carvajal, “ahora ya son 20 años colapsado”.
En 1995 la cámara municipal aprobó una resolución para construir un nuevo cementerio, según informó el dirigente comunitario, “el proyecto quedó en veremos”. 20 años más tarde la urgencia sugiere desempolvar la propuesta.
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