Creemos que esa es la verdadera solución de largo plazo para los desequilibrios políticos y económicos que ha sufrido el país en su tránsito accidentado desde su fundación. Sin embargo no es fácil convencer a la gran cantidad de actores que se mueven en el escenario político, habida cuenta de lo intrincado de la madeja de intereses que se conectan de la manera más inverosímil. Partidos-viejos y nuevos-, políticos, empresarios, instituciones completas, tienen intereses que se remontan a décadas para no permitir que el poder se deslice hacia las regiones.
Hay demasiado en juego y eso es a lo que nos enfrentamos. El petróleo administrado en manos de pocos ha creado ricos en varias generaciones, solamente con poseer el control de los contratos de un Estado mega-centralizado. La presente generación, la llamada boliburguesía es la última y más completa versión de esta enfermedad que hace que el vicio se enraíce y las élites del pasado traten infructuosamente de retomar el control centralizado del poder. Prácticamente han mudado al país a los bancos de la corrupción y el narcotráfico.
Mientras tanto, un grupo de “soñadores pendejos” de la sociedad civil regional pretenden que eso cambie, proponiendo un resurgimiento del federalismo, que le daría el control del país a los ciudadanos de todas las regiones, y cuya cristalización acabaría con esas expectativas, que de hacerse realidad ubicarían al país de nuevo en cero para comenzar de nuevo ese círculo vicioso de riqueza rápida y corrupción, pero esta vez en manos de la “oposición”. Reclamamos, desde la perspectiva ciudadana de la sociedad civil, comenzar un nuevo círculo, pero esta vez virtuoso, con un enfoque completamente diferente. De allí nuestra diferencia principal con aquellos que piensan que cambiando al gobierno se acabarán nuestros problemas.
Deberemos no solo cambiar a este gobierno por las vías constitucionales, sino también cambiar al sistema político que lo hizo posible, y eso no se hará por la vía expedita de esperar o provocar la renuncia del Presidente, o la revocatoria de su mandato el 2016.
Y esto, en consecuencia, nos pone en una situación singular, ya que como quiera que se vea hay que realizar mucho trabajo previo para construir la arquitectura que soporte nuestra propuesta de un nuevo Estado Federal Descentralizado. Se ha descrito el “qué”, contenido en el Proyecto País Venezuela Reconciliada, incluso parte del “cómo” -la vía Constituyente-, pero con todo y ese adelanto, todavía la gente no ve a esta propuesta lo suficientemente viable como para sustituir largos años de sojuzgamiento centralizado.
Y tienen razón. En el proceso de construcción de una Venezuela Federal es necesario definir al menos los lineamientos Federales, Estadales y Municipales de ese posible nuevo estado de cosas, comenzando por explicarle a la gente como se operaría y lo que se obtendría desde los niveles regionales, que son los que tocan al ciudadano común. Si estamos hablando de que una región se haga cargo de su propio destino, es necesario que esta región y sus liderazgos tengan bien claro una visión de su desarrollo y los problemas que habrán de afrontar para conseguirlo. Y nadie más que ellos para realizar esa tarea. Ese es el verdadero reto de esta Rebelión.
No es fácil cambiar siglos de pedirle a un centro que atienda necesidades. Y más difícil aun modificar la mentalidad de los ciudadanos que consideran que con solo cambiar a un Presidente de la República su calidad de vida mejorará. Años de populismo centralizado y desenfrenado serán ciertamente un obstáculo para poner a pensar a la gente de una manera productiva. Sin embargo, la situación económica será un buen incentivo, y aún mejor catalizador para ese cambio.
Entonces las verdaderas proposiciones a la población deberán salir de los Estados a sus propios ciudadanos. Los equipos de trabajo constituyentes de los Estados deberán generar las propuestas institucionales necesarias para operar de una manera autónoma, porque nadie de fuera vendrá a hacerlo por ellos. Son quienes conocen bien sus territorios, su cultura, su idiosincrasia, y cuáles son sus fortalezas. En otras palabras cual sería su propuesta para sobrevivir y generar riqueza, si tuvieran la autonomía para eso. En la planeación de una propuesta federal para el país, cada Estado debe adelantar su propio modelo de desarrollo regional y como se implementaría dentro de un marco federal.
No es un trabajo trivial, pero solamente el acometerlo pone a sus promotores a pensar en la región posible y el mundo infinito de posibilidades que se abrirían si sumáramos todas las potencialidades de todas las regiones del país, y las interrelacionáramos. De eso se trata precisamente la Rebelión de las Regiones, de construir ese marco institucional para el desarrollo, que parte precisamente de todas las regiones del país, el corazón vivo de la República que produce, y contraponerlo a la estructura carcomida de corrupción y centralismo que tenemos ahora. Es una extraordinaria manera de pensar que Venezuela si tiene un futuro que esta por construir.
Caracas, 14 de Agosto de 2015
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