Como un venezolano avergonzado por los excesos de un gobierno que no me representa y que estoy seguro no representa el sentir de la mayoría del país, no puedo hacer otra que pedir perdón al pueblo colombiano. Nuestros lazos con Colombia no son ideológicos o coyunturales, son históricos, nacimos del mismo padre y desde ese momento hemos vivido como dos naciones hermanas, que como todos los hermanos, han tenido sus peleas y desencuentros, pero no pueden escapar del origen común que los une para siempre.
Como nieto de inmigrantes que sufrieron en carne propia la persecución, el odio y el abandono a la fuerza de su hogar, no me queda más que sentir vergüenza que en pleno siglo XXI no hayamos aprendido la lección. Cuando las minorías son atacadas desde el poder las consecuencias son desastrosas. Todos conocemos en qué desembocó la idea de responsabilizar al pueblo judío de las desgracias de Alemania. El odio despierta las peores pasiones humanas y una vez despierto no hay forma de apaciguarlo, arrasa con todo a su paso y no conoce límites.
Siento vergüenza por un gobierno que se escuda en el nacionalismo para humillar a un pueblo que durante años ha sido víctima de una prolongada guerra y que no ha abandonado su país por gusto, sino desplazados por la violencia. Vieron hacia Venezuela, por lo que representamos siempre para el mundo: un país de oportunidades, que no preguntaba sobre condición política, social o racial para abrirle las puertas a los inmigrantes. Eso fuimos hasta hace poco, hasta que nos convertimos en la tierra de la desesperanza y donde la irracionalidad dirige los destinos de millones.
Que pena que sea el mismo gobierno que critica los muros en la frontera estadounidense, que levanta su voz contra las políticas migratorias europeas y que señala a Donald Trump por su tónica anti-latinoamericana, el que ejecute la peor razia contra inmigrantes de los últimos tiempos en nuestra región. Es la doble moral de unos gobernantes desesperados por buscar culpables de una guerra ficticia en la cual los colombianos solo vienen a engrosar una larga lista de señalados, que en nada tienen o han tenido responsabilidad de la ruina que ha hecho de Venezuela el llamado socialismo del siglo XXI.
Te pido perdón Colombia, hoy tu pueblo sufre las consecuencias de una nueva farsa que busca invisibilizar los graves problemas que sufrimos. Como ustedes, también son miles los venezolanos que se sienten expulsados de Venezuela por un gobierno que ha hecho de la vida en nuestro país un acto de valentía diaria. Nuestras penurias aumentan y no hay solución, solo nuevos shows y planes conspirativos.
Desviar la atención no es un escenario fácil cuando todos los días nos choca en la cara la escasez, la inseguridad y el alto costo de la vida. Por primera vez en 16 años la oposición llega a un proceso electoral con aproximadamente 20 puntos de ventaja sobre el gobierno, el gobierno con un petróleo palo abajo y sin brújula, sin estrategia, sin éxito para distraer a los venezolanos. Las cartas están sobre la mesa, todos sabemos quien busca patearla y evitar la derrota.
Brian Fincheltub
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