En todo caso, la respuesta a la pregunta inicial tampoco es un simple “si”. Más bien diríamos, en Venezuela habrá elecciones salvo que se presente un escenario que aborte una salida democrática, lo cual es peor para el gobierno y significaría su salida del poder por otros medios. El costo político se eleva en un mundo globalizado, donde la política internacional tiene sentados en una misma mesa a Cuba y EEUU. Un estallido social, el caos o un golpe militar son salidas dramáticas que suponen un alto riesgo también para Maduro, cuya cabeza será la primera en rodar. En fin, podemos entonces concluir que el gobierno trabaja para generar un clima de tensión interna que lo mantenga al borde de la “raya amarilla”, aunque conserve la ilusión de una eventual suspensión de los comicios. El escenario ideal del gobierno es que las elecciones lo legitimen y que éstas se den en condiciones ventajosas para ellos: Una oposición aparentemente dividida (para eso financian a los salta-talanquera que son candidatos fuera de la MUD), parte del electorado atemorizado por la violencia y las amenazas de guerra, otra parte desalentada o creyendo que no hay salida, un país perseguido, sometido a un vulgar populismo al repartir en prebendas el producto del obsceno endeudamiento, concurriendo a unas elecciones en medio de un Estado de Excepción –declarado o no- y con un cerco mediático brutal que ampara los abusos de poder y el ventajismo. En esas condiciones cree el gobierno que puede ganar las elecciones pero se equivoca, la crisis social y económica es profunda, el gobierne carece de credibilidad, está inhabilitado para generar confianza y exhibe un rechazo impresionante. Por esa razón, la respuesta a nuestra pregunta es: si, claro que habrá elecciones, el país está hastiado y decidido a cambiar, esa es una fuerza indetenible que va a expresarse en una votación masiva y ni la violencia, ni las manipulaciones o patrañas de este gobierno fracasado e inmoral van a cambiar esa decisión.