A mi modo de ver, esta cortina de humo no funcionó y más bien le salió al gobierno el tiro por la culata. Los venezolanos no se han olvidado de sus problemas (las colas no se lo permiten), no prendió otra vez la llama de la credibilidad en el gobierno y, sobre todo, el rechazo de la comunidad internacional lesionó al gobierno venezolano por su torpe actitud, al haber transformado un incidente entre militares y bandas de narcotraficantes, en un serio conflicto inter fronterizo. A esto hay que agregarle el manejo muy inteligente, y con mucha cordura, de la situación por parte del gobierno colombiano. La actuación, por ejemplo, del Defensor del Pueblo de Colombia, apegada al derecho, a los convenios y convenciones internacionales y en defensa de los derechos humanos de los desplazados, fue intachable, reveló un manejo de Estado y se articuló en la estrategia diseñada por la cancillería del vecino país. Significativas las palabras de este alto funcionario recordándole a Tarek que el rol de la institución que ellos representan “no es defender a un gobierno, sino a la gente”.
Muchos dicen que este es un globo de ensayo que también busca ver la posibilidad de suspender las elecciones parlamentarias, perdidas como estarían. Lo que preocupa es que si este dakazo no funcionó, el gobierno y sus laboratorios de guerra propagandística, estén pensando en otra estrategia. ¿Cuál podría ser? Arremeter contra la banca, expropiar Polar, nacionalizar por completo las empresas mixtas de la Faja, intentar una guerra relámpago contra Guyana. Algo deben estar pensando las salas situacionales del régimen, para intentar levantar el alicaído apoyo de la gente a este nefasto gobierno. En todo caso, si se aventuran en algunos de estos supuestos, declaraciones inflamadas de nacionalismo, discursos grandilocuentes, movimientos de tropas y muchas cachuchas y franelas rojas, de por medio, nada les asegura que volverán a captar la mente y el corazón de los venezolanos.
La inflación y la escasez, hicieron mella en el estómago de los venezolanos y ello produjo un cortocircuito en sus mentes, que les hizo ver el engaño en que estuvieron sumidos tantos años, mientras el petróleo le permitió al gobierno repartir dádivas. Ahora el 85% de la gente quiere un cambio y eso es irreversible.